Había caído preso después del asesinato de Lily. Pero era inocente, Black no hubiera entregado a su amigo ni por todo el oro del mundo, era imposible, impensable. Si yo encontrara al que entregó a Lily... ¿pero no había yo sido parte de su muerte? Claro que si, ya lo había aceptado hace muchísimos años, y de hecho había encontrado la forma de pagar la deuda que yo tenía con ella. Su hijo, su único hijo, hacia ya dos años que había ingresado a Hogwarts, y había logrado cosas que... evidenciaban que en el futuro, sería un hechicero sorprendente. Era un chico sencillo, impulsivo, y muy compasivo al igual que su madre. Sólo era igual a James en lo físico, pero en lo personal... era Lily. También en sus ojos.
Es por esa razón que yo intentaba tenerlo lo más lejos posible de mi, y a la vez yo era su sombra. Sabía lo que hacia, qué pensaba, a que hora se acostaba y se levantaba... estaba muy pegado a él, pero él nunca lo supo.
Lo trataba mal, me era inevitable verlo y no recordar a su padre, pero sus ojos... era Lily. Y me ponía más furioso todavía. Él me odiaba, y yo estaba muy conforme con eso; lo último que necesitaba era volverme su profesor favorito.
Debía hablar con Dumbledore de inmediato, no hacía falta que él me pidiera verme, sabía que asi lo deseaba. Él era lo más cercano a un amigo que yo tenía, si bien no compartíamos la misma visión del mundo.
Agité mi varita, y una cierva de humo plateado cruzó el comedor de mi casa, atravesó la puerta y se perdió de mi vista. Luego, me puse mi capa de viaje y desaparecí.
Mis pies tocaron el suelo unos segundos más tarde. Caminé sin vacilar hasta adentrarme en el espeso bosque que se erguía frente a mi. Los árboles estaban tan pegados unos a otros que la luz de la mañana difícilmente pasaba por allí, dejando lugar a la oscuridad. Llegue al claro donde Dumbledore ya me esperaba.
-Me alegra que haya respondido mi llamado -le dije
Él sonrió, como siempre lo hacía.
-Es una de las condiciones de la amistad, ¿no crees, Severus? Poder contar con alguien cada vez que lo necesites.
-Es usted la única persona con la que puedo contar. -respondí con la vista perdida en las hojas que cubrían el piso. -Necesito que me diga lo que sabe sobre Black.
Dumbledore borró la sonrisa de su cara, pero luego volvió a ensancharla lentamente.
-Han pasado tantos años...
-Limítese a responder lo que le pregunté. -contesté secamente.
-No te atrevas a poner límites a mis sentimientos, cuando son los tuyos los que se escapan de tu corazón, Severus. -El anciano me miraba fijamente; yo seguía contemplando el suelo. -Todavía quieres saber lo que pasó esa noche. ¿Verdad?
-¡Claro que sí! -respondí con una carcajada -Todo el mundo quiere saberlo.
-Pero tú más que nadie.
El viento hizo sonar la copa de los árboles, que se rasparon entre ellas numerosas veces, hasta recuperar el silencio.
-La culpa vive en mi, Dumbledore. -ahora mirándolo a los ojos -Usted no sabe, no tiene la menor idea, de vivir con la culpa... de saber que alguien murió por usted...
-No me subestimes -me dijo seriamente -he vivido más años que muchos de los hombres que conoces, y por lo tanto más penas de las que podrías imaginar.
Había perdido los estribos.
-¿Entonces va a decirme que alguna vez amó a alguien? ¿Amo tanto que le dolió, tanto que dedicó su vida a hacer cosas para olvidarse de esa persona? ¡Usted no me subestime a mi! ¡He hecho cosas terribles, cosas de las que cualquier mago se arrepentiría! ¡Pero yo no, claro que no! Cuando creí que al fin podía descansar, usted pone esta piedra en el camino...
-¿De qué hablas? -me dijo, atónito.
-Del chico. -estaba agitado, furioso. -Nunca me ha dado suficientes explicaciones... nunca me dió una justa razón para hacer lo que ya hace años estoy haciendo...
-Creí que querías librarte de la culpa algún día. -me respondió serenamente.
-No creo que siendo la sombra de Harry Potter pueda hacerlo. ¿Y usted?
Dumbledore sonrió una vez más.
-Perdóname, Severus. A veces olvido que tus sentimientos no conocen escrúpulos. A veces olvido que eres sólo un hombre que pretende olvidar a una mujer, pero que en realidad busca recordarla.
Mis ojos comenzaron a humedecerse. Me los sequé con la manga de la túnica y le di la espalda a Dumbledore para que no me vea a la cara.
-Dígame lo que sabe, y no haga más preguntas. -dije en un tono cortante.
La luz en el claro comenzaba a filatrse por las hojas, ya estaba amaneciendo.
-Voy a contarte todo lo que sé sobre Sirius Black, pero creeme que no es el hombre que buscas. Y tampoco me pidas que te diga todo lo que se; es algo que ambos sabemos, no voy a poder hacer nunca.
sábado, 2 de abril de 2011
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)