
La noche anterior me había citado en su oficina y me había contado, por primera vez, todo. Con que el chico debía morir..Una bella mujer arriesgándolo todo por su familia, que fue destrozada por un crimen horroroso, por una confusión, causada por mi. Meses, años de agonía silenciosa, y después un niño nacido y criado entre peligros.
La madre arrebatada por la muerte y el niño, abandonado por la soledad.
"Detrás de todo lo trágico hay algo encantador, por supuesto." me había dicho Dumbledore una vez, pero me costaba saber qué era en esta situación.
El Bosque Prohibido estaba más que silencioso esa noche. Sólo las ramas y hojas se hacían oír, crujiendo bajo nuestras pisadas mientras escapábamos de Hogwarts.
Draco iba a mi lado. La luz plateada de la luna evidenciaba su palidez, su rostro lleno de temor.
¿Y ahora qué? Me había ganado la confianza del Señor de las Tinieblas, pero más que nunca, debía poner un ojo en el hijo de Lily.
¿Si dudaba de mi? Claro que si, yo era el primero en verme muerto al intentarlo. Pero no podía darme el beneficio de la duda, sólo los que tienen algo que perder pueden. Y yo hace rato que no tenía nada.
Quizás mi historia resulte cansadora a esta altura, pero era lo único que me mantenía en pie. Me daba un motivo para seguir vivo, estaba atado a mi pasado, construyendo el futuro de alguien más.
-¿Y ahora qué?- me preguntó Draco en un susurro.-Le prometí a tu madre que te llevaría a casa. -le dije en voz baja.
-Pero... Él...
-Estará allí, si. -lo interrumpí.
Él se detuvo en seco. Me di vuelta y lo tomé por el hombro.
-Draco, no es momento de actuar como un cobarde. -le dije, lentamente. -Vamos.
-No... -me dijo, con pánico. -Usted lo mató, usted...
Entrecerré los ojos, buscando su mirada entre las sombras.
-¿Qué significa esto? -pregunté fríamente.
-¡Usted lo mató! -exclamó. -¡Y no intente decirme que fue porque se lo prometió a mi madre! Yo... he escuchado cosas sobre usted...
Tomé la túnica de chico por el pecho y lo sostuve alto, dejando su blanco rosto a centímetros del mío.
-Dime, Draco. -le murmuré. -¿Qué has escuchado?
El joven se soltó, y cayó al suelo del Bosque. Se reincorporó sin apartar la vista de mi rostro, y luego dijo:
-He escuchado... que usted...
-¡Dilo de una vez!
-¡Que usted siente culpa por la muerte de los padres de Potter! -dijo, arrastrando las palabras.
Mi corazón paró.
-¿Qué estás diciendo?
-Lo que escuchó... mi padre...
-Tu padre... -pero me detuve. Insultar a Lucius no iba a solucionar nada. Su hijo todavía seguía muy golpeado por la suerte de su padre.
De pronto, uno de los Mortífagos que iban delante de nosotros volvió a buscarnos.
-¿Qué pasa, Snape? ¡Hay que salir de los límites del castillo!
-Si -dije, sin dejar de clavar los ojos en Draco. -Será mejor que sigamos.
Draco seguía mirándome. Parecía muy apenado por lo que acababa de decirme. ¿Qué tanto sabía? Era imposible. Sólo Dumbledore... y él nunca había...
Y en ese instante, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Dumbledore no fue el único en conocer esa parte de mi. Había alguien más.