Hace dos noches...
Hogsemade
El dolor era grande, pero las dudas eran aún más. ¿Cómo paso? No había explicación alguna. Su plan de salir a buscar respuestas sobre su motocicleta había sido desbaratado por el gigante Hagrid, quien se había llevado el vehículo hacía unos minutos. Dumbledore le había pedido que recogiera al pequeño Harry, y como Hagrid no podía hacer magia, y Harry era muy pequeño para desaparecerse, el medio más seguro era la motocicleta. Él mismo se había ofrecido en ir a buscarlo, pero no toleraría ver la casa donde había pasado parte de su adolescencia en ruinas. La casa de James, su hermano. Y de Lily, su mejor amiga en todo el mundo. Sus cuerpos... ¿seguirían allí? No quería saberlo. Quería despertar de esa horrible pesadilla. O morir, cualquiera de las dos opciones estaban bien. Pero no, no podía derrumbarse en ese momento. Harry, su ahijado, lo necesitaba. Se levantó del bar, dejó unos galleons sobre la mesa y salió a la fría calle de Hogsmeade. Mientras se ponía su capa de viaje, pensaba sin parar por dónde empezaría a buscar. ¿De qué manera Voldemort pudo haber encontrado a Lily y a James? La cantidad de encantamientos protectores que había sobre la casa de los Potter era innumerable, y el encantamiento Fidelio había sido realizado a la perfección. A menos que... Voldemort conozca alguna forma de romperlo. El guardián de los secretos, Peter, no había sido secuestrado ni nada. Es más: como había sido planeado desde un principio, los mortífagos lo persiguieron a él, Sirius, y no al verdadero guardián. Una maniobra de desitracción que había funcionado... ¿o no? Se detuvo en medio de la calle. ¿Y si Peter-...? No, no podía ser...Valle de Godric.
La enorme rata se paseaba sin cesar a toda velocidad entre los escombros. Podía sentir los rastros de la poderosa magia que hacía instantes había presenciado esa casa, ya destruida. Había visto un cuerpo sin vida en la planta baja, seguramente el de James, aunque no lo vió claramente. Tan veloz como pudo, subió al primer piso y llego a la escena de la masacre. ¿Dónde estaba? La marca le había ardido como nunca, y luego se había desvanecido. ¿Qué había significado eso? Otro cuerpo yacía en el suelo, de espaldas al piso. El inconfundible cabello rojo delató que era Lily. Y en la cuna detrás de ella, unos leves llantos se escapaban: el hijo de los Potter. ¿Había vivido? ¿Cómo pudo ser? ¿Dónde estaba su amo? Comenzó a buscarlo desesperadamente por la habitación sin techo, pero fue entonces cuando escucho un ruido proveniente de afuera: un motor rugiente, acompañado de una brillante luz. Habían comenzado a llegar los primeros magos. "Rápido Peter, piensa!" Y entonces, vio la varita de tejo tirada en un rincón. Se acercó y la reconoció enseguida: era del Señor de las Tinieblas. ¿Cómo podía ser? ¿El amo sin varita? Un grito horrorizado seguido de un llanto lo hicieron sobresaltar: el visitante habría visto el cuerpo de James. Por lo que la rata tomó la varita con los dientes y se escabulló tan rápido como pudo, esperando algún día devolvérsela a quien le pertenecia.