-No puedes pretender que te disculpe. No hay nada que perdonar
-Tú me conoces; sabes que lo hice por tu propio bien. Jamás haría algo que te...
-James, no es momento ni lugar para hablar de esto. Y como te he cicho antes, no hay nada más que hablar. Pensé que... habías madurado. Que habías cambiado en cierto punto. ¡Que tonta fui!
Esas fueron sus últimas palabras. Su roja cabellera reflejó la luz del sol cuando me dió la espalda y salió del aula de Encantamientos. Me quedé mirándola un buen rato antes de decirle a los gritos:
-¿Y Snape si cambio?
Había dado en el blanco. Mis labios se curvaron en una sonrisa que Lily jamás vió, auqnue supongo que imaginó que en ese momento mi rostro se veía de esa manera. Se dió vuelta lentamente, y una vez más contemplé su rostro, plagado de enfado con una mezcla de confusión.
-¿Por qué siempre metes a Severus? Él no tiene nada que ver en esto.
-Siempre tiene que ver con él! Desde aquel día en que te vi con Snape en el vagón del tren, desde ese día que tiene que ver todo con él!
-Deja de humillarte James, por favor.
-¿Yo?¿Humillarme? Eres tú la que justifica las acciones de un Mortifago, no yo. La que perdona cada error de un idiota como él y no puede entender que alguien que te ama, te deja por ello.
Tomé mi mochila violentamente, me la colgué en un hombro y deje a Lily con la palabra en la boca. Eso la ponía loca, pero lo merecía. A todos nos gusta ganar, pero las victorias siempre vienen con consecuencias.
•••
A los poco sminutos, Potter atravesó la puerta y se sentó en la mesa de Gryffindor, solo. Estaba mal, confundido, arrepentido seguramente. Que placer causaba verlo así! Al fin y al cabo, el filtro que había puesto en su jugo hoy a la mañana para alterar sus nervios había funcionado. Se había vuelto a pelear con la idiota esa. Estaban mal de antes, pero debía asegurarme de que lleguen a un extremo, de que se digan un par de cosas un tanto... importantes. Casi me largaba a reír en medio del Gran Comedor, estaba tan feliz. Aunque no todo estaba hecho, claro que no! Quedaba mucho trabajo por hacer esa noche. Fue en el momento exacto en el que James posó sus ojos sobre mi un segundo, cuando le dirigí una amabale sonrisa y le guiñe un ojo.
•••
Las once de la noche. Y yo seguía mirando aquella elegante ropa que había rescatado por alguna razón de la Mansion Malfoy. La contemplaba con odio, con resentimiento. No iba a ir, claro que no. Era absurdo pensarlo incluso. Después de la última fiesta a la que había concurrido, no tenía ganas de encontrarme con esa gente.
Pero por otro lado, sabía lo que pasaría si yo no iba. Lessie y Lily iban a encontrarse, y lo inevitable iba a ocurrir. Culpa mia, claro que si. Y no era tan poco hombre como para dejar que esas cosas pasaran. No me interesaban ninguna de las dos, me daba igual, pero... Me levanté y comencé a vestirme para la fiesta de Slughorn.
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