La fiesta había comenzado hace rato. Di unos cuantos pasos, asegurándome de que la mayor cantidad de gente me viera, de que supieran que yo estaba allí. Muy pocos creerían lo que iba a pasar. Busqué a Lily frenéticamente, y la encontré con Slughorn hablando. No parecía muy feliz, la verdad que no esperaba que ella fuera a la fiesta. Supuse que el orgullo la impulsó a ir, la cuestión de decidir si quedarse en su cama llorando por James o venir a una fiesta y demostrarle al mundo entero que era una mujer fuerte, y que romper con James no la había afectado en nada. Pero como dije, fue una suposición la que hice, ya que no la concocía demasiado.
Tomé un vaso de hidromiel que me ofreció un elfo doméstico, y antes de que siga ofreciéndo a los demás invitados, lo retuve con el pie. La horrenda criatura dirijió sus ojos hacia mi, preguntándome en qué podía ayudarme.
-Quiero que le digas a esa chica que la estoy esperando en aquel rincón del salón, ¿entendido?
-Si señorita, pero ¿cómo es su nombre?
-Marleene McKinnon.
El elfo salió disparado hacia Lily, y mientras tiraba de su vestido para llamar su atención, yo fui en busca de James. No fué difícil encontrarlo. Estaba charlando con un jugador de Quidditch, de espaldas a mi. Agregué rápidamente tres gotas de Amortentia en el vaso de hidromiel, y toqué suavemente su espalda. Se dió vuelta, y me miró desconsertado.
-Viniste. -le dije con una falsa sonrisita.
Él me miró tan confundido que estuvo a punto de seguir hablando con el jugador de Quidditch, pero el perfume que me había puesto hizo efecto de inmediato.
-Si -me dijo, y dibujo esa sonrisa tan desagradable que siempre ponía. -Claro que si.
-Toma, bebe esto. Lo conseguí para ti. -y le entregué el vaso. El se lo bajó de un sorbo, sin dejar de mirarme. Su expresión cambió tan repentinamente que cualquier persona se hubiera asustado. Dejó caer el vaso al piso, pero el ruido que causaron los cristales al romperse fue amortiguado por las voces de la gente. Luego, me tomó de la mano y me arrastró a uno de los rincones del salón. Apoyó su espalda contra la pared y apretó su cuerpo contra el mío con sus brazos. Yo lo arrojé hacia un lado, de modo que la que daba la espalda a la pared era yo. Quería contemplar el rostro de la colorada idiota cuando vea la escena. Unos segundos más tarde, ella apareció entre la gente, y yo besé a James con tanta pasión que casi vomito. Él se puso loco, obviamente. Me devolvió el beso violentamente, mientras Lily estaba parada como un tronco contemplando la escena.
Lily salió corriendo, y yo quedé expuesto a la feliz pareja que se besaba delante mio. Giré sobre mis talones y me mezclé entre la multitud, caminando sin rumbo alguno. Al final encontré la salida, y mi corazón palpito fuertemente hasta que la atravesé. Una vez afuera, me senté en uno de los bancos de mármol del pasillo del séptimo piso, cerré mis ojos y apoyé mi cabeza contra la pared.
¿Y ahora qué? Había ido tan lejos... ¿por un capricho? ¿o era amor lo que realmente sentía? Sabía perfectamente que era muy jóven, y que por ende cometía muchísimas imprudencias. Eso no me hacía más maduro que el resto, todo lo contrario. Que contradictorio era todo eso! Podía decirse que Severus Snape era la persona más confundida de Hogwarts esa noche.
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