martes, 13 de septiembre de 2011
Capítulo 12
El fuego de la chimenea ardía como nunca esa noche. Hacía años que no lo encendía. De a poco iba arrojando pergaminos, documentos, y hasta algún que otra foto... todo rastro debía desaparecer. Junté las manos atrás de mi espalda y contemplé mi despacho por última vez. ¿Qué estaba haciendo? Respiré profundamente y tomé mi varita que descansaba en el escritorio. La puerta del despacho se abrió de un golpe y Flitwick entró muy agitado.
-¡Mortífagos! ¡Mortífagos, Severus! ¡Han entrado! -exclamó casi sin aire.
-¿Qué di...? - y dejé de hablar. Draco se las había ingeniado para meter Mortífagos en el Colegio. ¡Era increíble! Debía actuar de inmediato. Sabía que no venían por Potter, pero el resto también corría peligro.
-¡Rápido, sube conmigo, debes venir a ayu...!
Apunté con mi varita a Filius y pronuncié "Desmaius". Se desmayó al instante, golpeando su cabeza contra el escritorio. Salí apresuradamente de mi despacho, y lo primero que vi fue dos alumnas. Granger me miró muy sorprendida, casi con miedo.
-Granger, el profesor Flitwick se ha desmayado. -le dije velozmente. -Tú y Lovegood se harán cargo de él. No salgan del despacho hasta que yo vuelva.
Las chicas asintieron y se metieron en el cuarto, cerrando la puerta tras de sí.
Y caminé por los oscuros y fríos pasillos, escuchando sólo mis pasos y el roce de mi capa. Mi mente no dejaba de pensar, no paraba de analizar la situación. Subí los escalones de dos en dos y salí al Hall Principal, vacío, silencioso. Me apresuré a subir la escalera de mármol y a buscar el tapiz que me llevaba derecho al séptimo piso.
Al llegar allí, la oscuridad me envolvió. Sólo se escuchaban gritos, cosas que se rompían en miles de pedazos, gente corriendo... Con la varita en la mano, atravesé esa espesa niebla y llegué a la entrada de la Torre de Astronomía.
-¡Snape! ¡Están arriba!
Gibbon era el que hablaba, segundos más tarde cayó al suelo. Y de pronto, una cabellera rubia platinada apareció en medio del caos. Tomé por el hombro a Draco y le dije:
-¿Qué has hecho?
Un encantamiento de repulsión me obligó a soltarlo. Atravesó la entrada a la Torre y cuando quise imitarlo, algo me detuvo. Una especie de barrera me impedía pasar. En ese instante, un maleficio me rozó la cabeza, chocando con la pared invisible, y me vi obligado a apartarme.
-¡Partis temporus! -exclamé, y la densa niebla se abrió en el medio, dejando un corredor libre de humo. Apunté a la ventana que estaba del otro lado del corredor y exclamé "Reducto!", y luego con un complicado giro de varita, la niebla se escapó por la ventana rota.
Giré sobre mis talones con el brazo izquierdo levantado y atravesé la barrera que Draco había conjurado, subí la escalera de mármol hacia la Torre y abrí la puerta para salir.
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