-Si, ha regresado.
El shock de la noticia nos había enmudecido a todos. Eso y el hecho de haber vuelto a la casa de mis padres después de tantos años. Estaba igual como la recordaba. Me asfixiaba estar en este lugar, rodeado de paredes, olor a humedad, fotos antiguas que me miraban con odio cada vez que pasaba por adelante de ellas. Lo detestaba, yo no había nacido para estar encerrado.
-Pero... -Arthur había sido el primero en animarse a hablar. -¿Cómo?
-Explicar los detalles de un suceso tan doloroso no calmara nuestras ansias. -respondió Dumbledore pasivamente -Sólo voy a decirles que lord Voldemort ha encontrado la manera, y ahora está en pleno uso de su nuevo cuerpo. Sus sirvientes lo han ayudado, y apostaría toda mi colección de Cromos de Magos Famosos a que en este momento está planeando su primer golpe. Es por eso que los reuní aquí.
El aire podía cortarse con un cuchillo. La tensión entraba y salía por las narices de aquellos que respiraban tan agitadamente, otros conteníamos el aire. No lo podía creer.
-Lo que vamos a hacer ahora es conseguir un lugar para que funcione como Cuartel General para nuestras reuniones. -explicó Dumbledore.
-Podemos usar esta casa. -dije, señalando con la mirada a mi alrededor. -Está bien protegida, y yo no la quiero.
-Excelente. -me respondió con una sonrisa. -Aunque... los encantamientos protectores de esta casa no serán suficientes. No eres el único miembro de la familia Black que puede localizar este lugar. Debemos usar un... encantamiento Fidelio.
En ese momento, la puerta de la cocina se abrió. Snape entró sin vacilar, mirándonos a todo. Estaba más pálido que de costumbre. Cerró la puerta lentamente detrás de él, se cruzó de brazos y se apoyó sobre la pared, posando sus negros ojos en Dumbledore.
-Severus, me alegra que hayas regresado. Como decía -continuó Dumbledore -un encantamiento Fidelio es toda la protección que le podemos dar a este lugar. Yo personalmente -y se puso la mano en el pecho -me ofrezco como Guardián de los Secretos. Pero si alguien más quiere postularse...
Nadie abrió la boca.
-Yo -dijo Snape firmemente.
Todos lo miraron de inmediato. Dumbledore giró lentamente su cabeza hacia él. No pude ver sus ojos, pero estaba seguro de que lo había mirado con enojo.
-¿Alguien más? -dijo Dumbledore sin apartar la vista de Snape, quien hacía lo mimo.
Me puse de pie y dije: -Yo lo haré.
Moody clavó su ojo falso en mi, mientras el otro seguía en Snape.
-Si él se postula, yo no puedo hacer menos. -dije, señalando a Snape.
-Sirius, por favor...
-¡Ja! ¿Realmente quieres volver a probar suerte con el encantamiento Fidelio? -se burló Snape.
Apunté mi varita hacia él, al tiempo que Snape sacó la suya.
Dumbledore nos desarmó a los dos al instante con una chispa de luz azul.
-Por favor, no aquí. -dijo con una voz profunda. -Ahora votemos. Los que quieren que Severus sea el Guardián de los Secretos...
Nadie en toda la habitación levantó su mano. A Snape pareció no importarle.
-Los que quieren que Sirius sea el Guardián de los Secretos...
Mundungus Fletcher levantó su mano, aunque era tan bajito que ni se había notado.
-Los que quieren que yo, Albus Dumbledore, sea el Guardián de los Secretos...
Remus, Arthur, Arabella, mi prima Andrómeda, Elphias, Dedalus, Minerva, Hagrid, Ojoloco y Sturgis levantaron la mano.
-Que así sea, entonces.
Dumbledore levantó su varita. Todos en la cocina hicimos lo mismo (Snape y yo luego de levantarlas del suelo) y una luz azul inundó la habitación. La casa dio un pequeño temblor, y luego la luz se extinguió.
-Esta hecho. Sólo yo puedo revelar la ubicación de esta casa. Y necesitarán oirlo o leerlo expresamente de mi para poder volver. Este lugar es el número 12 de Grimmauld Place, Cuartel General de la Orden del Fénix. Nadie que no pertenezca a nuestra organización podrá entrar.
-Amén -dije.
-Bien, ahora necesito que cada uno de ustedes cumpla con sus funciones asignadas. Mundungus, Arabella -comenzó Dumbledore. -Ya saben qué hacer. Recuerden que Harry no debe saber que ustedes lo estarán vigilando.
-No se preocupe, Dumbledore -dijo la señora Figg, mientras arrastraba a Mundungus hacia la puerta de la cocina y se perdían de vista.
-Arthur, Ojoloco, el Ministerio será el lugar más difícil de neutralizar. Confío en que encontrarán allí toda person que pueda sernos útil.
Arthur y Moody asintieron firmemente y siguieron a la señora Figg y a Mundungus, saliendo de la casa.
-Elphias, Dedalus y Sturgius, ustedes ya han estado en la Orden del Fénix anterior y por lo tanto cuentan con más experiencia. Necesito que usen sus contactos para obtener información sobre los medios de comunicación: el Profeta se negará a aceptar que Voldemort ha regresado, pero algunos periodistas independientes no podrán evitar escribir lo que piensan. Confío en que los traerán a nuestro bando.
-Confía en mi, Albus -dijo Dodge, y salió con los otros dos.
-Hagrid, Minerva -prosiguió Dumbledore -nuestro lugar será Hogwarts. Sabemos en quién podemos confiar y en quién no.
Hagrid salió con dificultad de su lugar, y seguido por Minerva, desaparecieron por el pasillo que salía a la calle.
-Andrómeda, tu posición te permitirá contactar a aquellas familias tradicionales que aún están en contra de Voldemort.
-Si, Dumbledore. Mi esposo y yo haremos lo posible. -Y se fue rápidamente ondeando su capa de viaje.
Sólo quedamos Remus, Snape y yo. Dumbledore respiró con fuerza y dijo:
-Creo que no hace falta decirte que no podrás salir de esta casa. -me dijo.
lunes, 12 de septiembre de 2011
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