Resumen

"El cuento del Príncipe" es un fanfic con el objetivo de explorar el pasado de Snape y poder comprenderlo mejor.
El fic está dividido en cuatro partes.
La PRIMERA PARTE transcurre en el castillo, y habla sobre la relación con Lily, la entrada a los Mortífagos y su adicción a las Artes Oscuras. También aparece un personaje inventado pero no por eso mal ubicado, que intenta resaltar el lado adolescente de Severus. A su vez, se señala la relación con la familia Malfoy.
La SEGUNDA PARTE transcurre en la Mansión Malfoy principalmente, y en otros lugares pero en menor grado. Se explica la relación con Voldemort, Bellatrix, y el porqué un mestizo es aceptado por el Señor de Las Tinieblas.
Hay momentos de crísis y desesperación, donde Severus se replantea sus acciones. Se menciona la relación con sus padres.
La TERCERA PARTE transcurre nuevamente en el castillo, en séptimo año. Aquí aparecen constantemente los merodeadores, Lily y Regulus Black, que también intenta remarcar la parte humana de Severus. Esta parte está llena de problemáticas tanto adolescentes como sociales, y Severus toma decisiones que marcarán su vida.
La CUARTA PARTE es la etapa final. Se estabilizan todas las historias para poder encajar en la historia original, quedando lo más fiel posible a las raíces de los personajes escritos por J K Rowling.


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"El maestro de Pociones" es la segunda parte de "El cuento del príncipe". Constará de una sola parte, comprendiendo la etapa de Severus como profesor, Mortífago, miembro de la Orden del Fénix, y eterno amante de Lily Evans. Las historias y personajes de su adolescencia aparecen nuevamente, aunque no todos tienen buenas intenciones para con él. ¿Por qué el príncipe se convierte en profesor de Hogwarts? ¿Protegió a Harry por amor a Lily, o por el remordimiento de haber causado su muerte? ¿De qué lado estaba Snape? Son algunas preguntas que se intetarán responder...
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"El hombre más valiente" es la tercera y última parte de "El cuento del príncipe". Esta estapa final abarca algunos capítulos de los libros 3, 4, 5, 6 y 7, por lo que es quizás la más compleja de escribir. La idea es resaltar los momentos en que Snape aparece en la historia original y relatar aquellos momentos que Rowling ocultó, asi hasta llegar al fin de la vida de Severus. Esta parte tendrá muchos saltos en el tiempo y no será totalmente consecutiva como lo fueron las anteriores, demostrando cómo todo encaja finalmente y dando significado lo que Harry dijo alguna vez de él: "Es el hombre más valiente que conocí."

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Y es acá donde todo termina. Donde descubro realmente si una vida llena de sacrificios y pérdidas sirvieron de algo. Si pude realmente cumplir aunque sea sólo una promesa, a pesar de las tantas que había roto. No soy de esos que creen en la vida después de la muerte, me parece absurdo. Pero al menos, antes de partir, voy a intentar limpiar mi nombre tanto como pueda, y salvar a tanta gente que arruiné. Es este, sin duda alguna, el fin
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viernes, 27 de agosto de 2010

Capitulo 14

Busqué a Annie en la oscuridad, y ella me devolvió la mirada, llena de pánico al igual que la mía: estabamos perdidos.
-Aguanta, todavía no he terminado .-me dijo desesperadamente, y siguió buscando en los estantes.
-¿Estás loca o qué? ¡Si nos encuentran vana explusarnos!- susurré, mientras agitaba violentamente "La solución a la solución" en mi mano derecha.
Ella vió resplandecer el título del libro a la luz de su varita y sonrió. Me lo arrebató de las manos y dijo:
-Es perfecto... gracias. -y me sonrió.
Caminamos lentamente hacia la parte de adelante de la biblioteca, saliendo de la Sección Porhibída, y nos ocultamos detrás de uno de los imponentes estantes. Desde allí, asomando la cabeza ambos, vimos una figura encapuchada que buscaba entre la pila de libros que hasta hacía unos minutos estaban sobre la mesa, y ahora se desparramaban por el suelo.
-¿Qué haremos? -le pregunté a Annie.
Ella giró la cabeza repentinamente y se llevó un dedo a los labios, indicándome que guarde silencio. Cuando volteó la cabeza nuevamente para mirar al encapuchado, se sobresaltó. Yo me asomé y vi que no estaba.
-Vamos, escapemos ahora que se ha ido.
-No, espera -le dije, pero fué inutil. Corrió por entre las mesas y a los pocos segundos quedó petrificada, rígida como una tabla. Como un idiota, corrí en su ayuda, y no tardé más que ella en quedar petrificado también.
A mis espalas, oí unos tacos que repicaban contra el suelo de madera de la biblioteca. La figura encapuchada pasó por al lado mio, y me miró cara a cara. Se sacó la capucha, y reveló un rostro de mujer, jóven, castaña, de unos veintitantos. Sus ojos estaban llenos de algo que no supe qué era, pero suponía que era una mezcla de satisfacción con... ¿locura?
-¿Con que robando en la biblioteca, eh? -me dijo, con un tono tan dulce que jamás hubiera creído que podría salir de sus labios. Agitó su varita y sentí como el encantamiento dejó de hacer efecto sobre mi. Annie cayó al suelo de frente, dejando caer el libro que habíamos hurtado recién entre el montón de libros que yacían en el libro.
-Le juro que no -le dije a la bruja -llegamos aquí por equivocación.
-No tienes que mentir conmigo -me dijo con una sonrisa. -Yo a tu edad hacía lo mismo. Pero ahora deben irse, no pueden vernos aquí.
-Si -dije, y rápidamente tomé a Annie del brazo y la saqué a la fuerza de la biblioteca. Antes de cruzar por completo el salón, me di vuelta para preguntarle a esa bruja quién era, pero ella ya no estaba.

Al llegar a la sala común, solté a Annie (la arrastré del brazo durante todo el recorrido) y me dejé caer en uno de los sillones tapizados de azul.
-¿Te das cuenta del peligro que corrimos? ¡Y todo por tu culpa! ¿Para que querías tanto ese libro?
-Era ideal para vengarme de Snape... pero soy una idiota. -dijo muy decepcionada.
-Eso ya lo sé -le respondí fríamente -pero ¿por qué lo dices?
-Cuando el libro se me cayó, se mezcló con los que estaban en el piso y...
-¿Qué? -me puse de pie.
-Tomé otro, se me mezcló y en la oscuridad... tomé otro libro.
Me llevé la palma a la frente. No podía creerlo.
-¿Y de qué es ese que tienes en la mano?
Annie examinó el libro que habia tomado y dijo:
-"Elaboración de Pociones Avanzadas"; de Libatius Borage. ¿Lo conoces?

jueves, 26 de agosto de 2010

Capítulo 13

Ni ella ni yo sabíamos la practica de un encantamiento desilusionador, pero si la teoría. Descubrimos esa noche que e nada servía saber una cosa y otra no. Por lo que confiamos en que nadie nos vea esa noche, y tuvimos suerte... bueno, casi.
Salimos de la sala común y comenzamos a bajar escalón por escalón hasta el cuarto piso. Flitwick nos había dicho sobre la existencia de un pasadizo que llevaba directo a la biblioteca, algo que Rowena Ravenclaw se había encargado de crear mediante magia para que nosotros, los más propensos a consultar libros, tengamos más facilidad hacia ellos.
El rellano del cuarto piso estaba silencioso. No había rastro alguno de Filch o de su gata, mucho menos de algún fantasma o cuadro que permaneciera despierto.
-Debimos haber traído más ropa, estoy congelándome. -declaró Annie, que iba por delante con su varita débilmente encendida.
-Silencio -le dije. -Deberías preocuparte por que nos agarren, no porque tienes frío.
Hizo caso omiso a mis palabras, y se plantó en la puerta de la biblioteca.
-¿Qué pasa? -le pregunté en un susurro. Tardó en contestarme.
-Nada. -dijo ella, con su voz temblorosa. -Vamos. -y se metió en la oscura sala.
La bilblioteca estaba oscura y fantasmal. Había unos cuantos libros sobre las pocas mesas donde los alumnos trabajaban de día, apilados y formando peligrosas montañas de libros. La Sección Porhibída estaba justo al fondo, separada por una soga de los demás libros.
Atravesamos esa división y comenzamos a escrutar codiciosamente todos los libros que descansaban en los altos estantes.
La mayoría de los lomos estaban grabados en letras doradas (algunos desgastadísimos, otros no contenían letras). Los había gruesos, anchos, finísimos, de cuero, pesados y livianos, de todos los colores posibles.
Annie empezó a observar fascinada todos los títulos, y tomó varios de los libros entre sus manos (quizás pensaba en llevárselos) mientras que yo dudé un momento.
Tomé uno al azar y con mucha dificultad leí el título: "Est domus in terris" Latín, el idioma original de los magos. Sabía unas pocas palabras. Lo dejé en su lugar, y tomé otro: "Enamorando desde lo oscuro", lleno de maleficios y pociones mortales que engendraban amor en una persona en la forma más impura: a través de la magia negra. Me dió asco, lo dejé donde estaba. "Más alla de la magia blanca y la negra: ¿existe el gris?", filosofía mágica contemporánea; "Plantis finis Africae", herbología medieval africana; "La solución a la solución: una guía para hacer trampa en la elaboración de pociones" , bueno... el título ya lo decía todo...
Estaba tan fascinado y concentrado viendo esos libros tan maravillosos que me exalté exagerdamente al oír un fuerte ruído que provenía de la entrada de la biblioteca.

domingo, 22 de agosto de 2010

Capitulo 12

-¿Y sobre el asesinato de los Potter?.
La puerta del despacho se abrió de par en par, y el director de Hogwarts entró .
-¡Bartemius, no te oí llegar!- exlcamó
El señor Crouch se escandalizó de inmediato.
-¡Dumbledore, no puede estar aquí!
-¿No has terminado todavía con este absurdo interrogatorio?- preguntó con firmeza.
Crouch me miró con desprecio, y dijo:
-De hecho si, fue una imprudencia venir cuando hay tantos mortífagos sueltos...
-Te lo advertí, y sin embargo, hiciste caso omiso a mis palabras.
-Dumbledore, sigue abriendole los brazos a ex mortífagos como éste y no creo volver a escuchar un consejo tuyo. -le respondió.
Dumbledore se quedó callado. Crouch se acercó a la chimenea, y mientras los aurors desaparecían mediante las llamas verdes, agregó:
-Estaré vigilando a este chico mientras esté aquí hasta que obtenga fervientes pruebas -hizo una pausa y me miró -de que ha abandonado sus antiguos hábitos.
Dicho esto, desapareció.
...

¿Entrar en Hogwarts? Ja ja ja! Algo imposible... si no habías estudiado allí. Pero ella lo había hecho, y recordaba de memoria los pasadizos, los tapizes y escalones falsos, las estatuas y armaduras que delataban a uno si se escapaba de clases. No tenía la entera seguridad de que el libro haya llegado, quizás lo habían visto tan desgastado que lo habían arrojado a la basura, o tal vez, al abrir y ver todas sus páginas tan  desgastadas y llenas de anotaciones, lo habían considerado digno de consumirse en alguna chimenea.
Pero no tenía otro lugar mejor donde buscar. Por lo que se apareció en Hogsmeade apenas salió de la Mansion Malfoy y caminó hacia Cabeza de Puerco, donde aguardaría hasta la noche para inmiscuirse en el castillo.
...

Solo estoy leyendo un libro en la sala común. A las once y media de la noche, un libro sobre una materia que no voy a tener hasta dentro de dos años. No estoy esperando que pase nada, y pienso irme a dormir en un rato. Solo... eso. Estoy leyendo.
-Sabía que no me fallarías.
Me exalté tanto que el libro de runas antiguas voló por los aires. Annie estaba parada en el medio de la sala común de Ravenclaw, con su varita en una mano y una lámpara en la otra.
-Sólo estoy leyendo -le dije mientras recogía el libro. -No sé que pretendes...
-¡Oh, vamos! ¿Vas a seguir fingiendo que no te interesa? Has cambiado de opinión durante todo el día...
-¡Van a expulsarnos, y lo sabes!
-También sé que si no nos ven, no nos expulsan. -me contestó.
Estaba enfadado conmigo mismo; odiaba romper las reglas, temía que me pase algo. Pero esos libros me tentaban...

sábado, 21 de agosto de 2010

Capitulo 11

 -¿Eres tu Severus Snape?- preguntó el señor Crouch, moviendo su ancho bigote mientras hablaba.
-Asi es -respondí. Comenzó a pasearse por el despacho, mirando los artefactos que poblaban las estanterías. Mientras, los dos aurors que habían venido con él  se postraron en la entrada; quizás pensaban que yo podía intentar fugarme en el caso de que me encuentren culpable... ¿de qué? No lo sé.
-Mi nombre es Bartemius Crouch, y soy...
-Sé quien es usted, ahorrese las palabras. -le dije con una sonrisa evidentemente falsa. Me miró fríamente y comenzó a hablar arrastrando las palabras.
-No estás en condiciones de hablarme asi, muchacho. Eres un mortífago que tiene el respaldo...
-Fuí un mortífago...
-...que tiene el respaldo de Dumbledore, y eso llama mucho la atención.
-Todo lo que hice fue funcionar como un espía para la Orden del Fénix.
-Eso es lo que tú dices. -se acercó más a mi -¿Estarías dispuesto a declarar bajo los efectos del Veritaserum?
Esperé unos segundos para contestas, sólo para creas la sensación de duda. Ya preveía que usarían Veritaserum.
-Si, lo estoy.
-Excelente -dijo Crouch, con una sonrisa macabra. -Moody, entrégamelo.
Uno de los aurors que estaba al lado de la puerta, el más bajo, se acercó a Crouch y le entregó una pequeña ampolla de vidrio.
-Usualmente el Ministerio permite la presencia de testigos por parte del acusado cuando se usa Veritaserum en un interrogatorio, pero dadas las circunstancias, tú eres especial, al igual que tus despreciables compañeros.
Crouch destapó la botella  y me la entregó. Sentí el característico olor del veritaserum, y al comprobar de que no estaba alterado, puse unas cuantas gotas en mi boca. Mi mente se vacío y se lleno  de una paz increíble... y a los pocos segundos, el antídoto que había bebido antes de entrar al despacho  hizo efecto, y borró esa insoportable blancura de mi cabeza, permitiéndome contestar las respuestas bajo mi propio punto de vista.
-Ahora dime, ¿Por qué te uniste a los mortífagos?
-Era jóven, y necesitaba protección debido a la condición de mi sangre: soy mestizo. -contesté en un tono monótono.
-¿Qué tareas te encomendaban? -preuntó con mucho interés.
-Ninguna muy importante. Llevaba mensajes, me encargaba de las locaciones...
-Si si, está bien. -dijo Crouch con impaciencia. -¿Torturaste? ¿Asesinaste?
-Jamás.
El mago se quedó mirándome con los ojos clavados en mi rostro. Se había llevado una enorme sorpresa.
-Creo que no has entendido: ¿has torturado a alguien con el maleficio cruciatus mientras trabajabas para los mortífagos?
-No, señor. Jamás he utilizado ningún maleficio imperdonable. -fue mi respuesta.
-¡Bah! -exclamó Crouch -fue una pérdida de tiempo.
-¿Por qué no le pide nombres de otros mortífags, señor? -preguntó el auror llamado Moody.
-Es inútil, no se reconocían entre ellos.
-¿Y sobre el asesinato de los Potter? -insistió nuevamente.
Me quedé congelado en la silla. Y creo que Crouch lo notó, porque se volvió enseguida hacia mi.

viernes, 20 de agosto de 2010

Capitulo 10

El libro ¿Dónde estaba el libro? ¡Ya no sabía por donde buscar! Y lo necesitaba tanto... Era la prueba de que él había existido, del amor que ella había sentido. ¿Estaría en la biblioteca de algun muggle? ¿Enterrado en algún lado? ¿Hecho pedazos, quizás?
Piensa, Lessie, piensa... No le quedaba otra opción.
Se apareció en  el camino de tierra que bordeaba la mansión, y caminó con prisa, temblando en cada paso. No estaba segura de que Narcissa iba a recibirla, hacía años que no se hablaban. Y además, lo último que querían los Malfoy era emparentarse con más mortífagos. La hermana de Narcissa, Bellatrix, había ido a Azkaban hacía poco. A diferencia de los Malfoy, no había negado su cercana relación con el Señor de las Tinieblas, con la esperanza de que esa confesión valga mucho el día de mañana, cuando su Lord vaya a rescatarla.
Cuando  llegó a la puerta, se detuvo y pensó: no iba a presentarse con su apariencia. No podía. Asi que sacó su varita y deformó su rostro y su estatura, haciéndose  parecer de unos 10 años más, mucho más baja y encorvada, y con el cabello blanco y enrulado. Abrió la reja de la Mansión y camino, ahora si, más tranquila. Ataviada en su negra capa, moviendo su voluptuoso vestido de encaje verde que tanto le gustaba, llegó a la puerta principal, donde tocó dos veces.
La puerta se abrió, y un elfo doméstico la invitó a pasar.
-El señor y la señora Malfoy no se encuentran, señorita. -le dijo la criatura cuando ella preguntó por ellos.
-Es una lástima -se lamentó falsamente. -Soy una vieja amiga de ellos, y pasaba por aquí de casualidad...
En eso, una joven bruja irrumipó en el hall, llevando en brazos a un bebé.
-Dobby,  sírvele algo de tomar, anda.
-No te molestes por mi, querida. -dijo Lessie amablemente.
-No es molestia -aseguró. -Mi nombre es Dorea, soy la encargada de la mansión.
-Y del pequeño Draco, por lo que veo.
El bebé sonrió al escuchar su nombre, aunque los dientes no le habían salido por completo. Era de una belleza extraordinaria.
-Dime, querida, ¿te molesta si busco un libro de la biblioteca? Necesito información sobre la región, no soy de por aquí.
-Lo lamento, madame. -le contestó. -pero no será posible.
Indignada, el tono de voz fué más cortante esta vez.
-Te repito, soy una vieja amiga de Lucius y Narcissa, y ellos no se enfadarían si...
-Madame, aquí no hay biblioteca. Los señores Malfoy han donado todos los libros hace meses.
Lessie se desconcertó. Impulsada por la curiosidad, atravesó el hall y llegó al living: estaba vacío, a excepción de unas pocos muebles. Siguió su recorrido al segundo living y llegó a la bilioteca, cuyas estanterías no guardaban ni un misero ejemplar.
Claro, muy simple.  Se habían deshecho de todo, como aquella vez, hace años, cuando incendiaron su propia mansión para no dejar evidencia alguna. Esta vez, se habían despojado de sus bienes,  los cuales la mayoría habían sido adquiridos bajo el mandato del Señor de las Tinieblas, en forma ilegal y de dudosa procedencia.
Dorea  entró en la sala detrás de Lessie.
-Como ve, esta mansión está quedando vacía. Los amos han considerado mudarse dentro de poco... es por eso que están ausentes en estos momentos, ya casi no pasan el tiempo aquí.
Lessie se dió vuelta y miró a Dorea a los ojos. No le costó entrar en su mente, era muy vulnerable. Vió muchas cosas interesantes, joyas, cuadros, muebles, artefactos de magia negra... y un libro desgastado de Libatius Borage.
-Y dime, querida, ¿tienes idea de dónde han ido a parar los libros?
-Si -contestó -los amos los han envíado a la biblioteca de Hogwarts.
El pequeño Draco volvió a sonreír, como si la situación lo divirtiera.

Capitulo 9

-Necesito de tu compañía mañana por la noche.
-Ya te he dicho que no cuentes conmigo.
No había que ser un genio para saber que tramaba algo malo. Me senté en mi lugar de siempre y comencé a desayunar como todas las mañanas antes de ir a clases.
-¡Es enserio! Quiero practicar con mi escoba antes de las pruebas de selección de Quidditch, pero todas las chicas de primero son demasiado miedosas.
-Es lógico que lo sean -le contesté -Tienen 11 años. Y tu también, lo que implica que no puedes jugar Quidditch.
Annie revoleó los ojos y se sentó al lado mio, esbozándo una encantadora sonrisa.
-Seb, eres muy inteligente cuando te lo propones. Esta bien, ¿sabes? No voy a practicar con mi escoba. Quiero... entrar  en la biblioteca.
-Puedes hacerlo durante el día.
-En la sección prohibída de la biblioteca. -reformuló la chica.
Casi me atraganté con una tostada.
-¿Estas loca o qué?
-Baja la voz. Me han dicho que tienen libros únicos allí adentro.
La miré con desaprobación y le contesté:
-¡Claro que los tienen! Pero el saber no es para todos, eso los haría dejar de ser únicos. Es por algo que están en esa biblioteca.
-No lo creo así.  El saber debe ser transmitido, no custodiado. -me contestaba con indiferencia.
-Saber es poder, y si todos lo tuvieramos sería un desastre.
-Te equivocas.
-¿Qué?
-El saber no es poder, la verdad si. Yo te aseguro que en esa biblioteca hay muchos libros llenos de mentiras. Es un cuestionamiento el qué hacer con ellos: ¿destruirlos, eliminarlos? ¿O dejarlos como prueba, para  saber qué conocimientos no son verídicos?
-Pero... -iba a replicarle, pero no sabía que.
-Es una pena, la cantidad de volúmenes antiquísimos que esa biblioteca guarda estarán siempre cerrados para nosotros, por unos años al menos. -Se levantó de la mesa y me dió la espalda. -Cuando el lunes sepa cosas que tu no sabrás hasta dentro de seis años, vas a arrepentirte de no haberme acompañado. -Y caminó hacia la salida del Gran Comedor.
-¡Annie, espera! -grité, y salí corriendo tras ella.

La  "entrevista"  era por la tarde en el despacho de Dumbledore. No confiaba para nada, pero para nada, en que Crouch iba a ser justo conmigo. Estaba seguro de que quería hacerme caer a toda costa. Subí la escalera de piedra y golpeé fuerte la peurta de entrada. Dumbledore me invitó a pasar desde el otro lado.
-El señor Crouch llegará en unos minutos por la red Flu. -dijo, y señaló la chimenea.
Asentí con la cabeza, y cuando vi que Dumbledore caminaba hacia la puerta, me percaté.
-¿Usted no... no va a estar presente?
-Lo lamento -dijo -Pero no me lo permiten. -Y se fue.
A los pocos  segundos, las llamas verdes salieron de la chimenea, Y Bartemius Crouch, acompañado por dos Aurors, entraron triunfalmente en el despacho.

Capítulo 8

La puerta hizo un ruido crujiente al romperse.  El olor a humedad la obligó a taparse la nariz cuando entró a la casa, que la recibió con un comedor tremendamente desordenado. Pateó una silla en el camino y cuando estuvo en el centro de la habitación, hizo un encantamiento convocador. El libro no apareció. "No pierdas la calma" se dijo para si misma. Salió del comedor, atravesó el hall y subió la escalera que llevaba al único piso de la casa. Entró en la habitación de Severus, que hacía juego con la destruida morada. La ojeó rápidamente y volvió a realizar el encantamiento convocador. Nada. Estaba a punto de irse, cuando una idea cruzó por su mente. Apuntó con su varita a las tablas de madera del piso y murmuró "defodio!" Unas cuantas tablas saltaron. Repitió el acto unas cuantas veces, hasta que encontró lo que buscaba. Un compartimiento secreto debajo de unas tablas del rincón del piso se abrió al instante. Se agachó y vió un pobre conjunto de botellitas de vidrio, vacías. También habían unos pocos papeles. Los sacó y los examinó: la carta de Hogwarts, el boleto de la plataforma 9 y 3/4, una vieja receta de un filtro para dormir... y una foto. Aunque desgastada, el intenso rojo de su cabello brillaba con el sol , y mostraba sus dientes en una hermosa sonrisa. Sus ojos verdes pestañaban cada tanto... Rompió la foto con sus manos, la despedazó, la partió en mil trozos... Abandonó el lugar, tan enojada como hacía años no lo estaba.

No le agradaba gritar en sus clases, era amante del silencio. Pero los de primero en particular lo volvían loco. Unos golpecitos en la puerta interrumpieron sus pensamientos.
-Puede pasar. -dijo.
La puerta se abrió, y el profesor Dumbledore entró al aula.
-Severus, que bueno es encontrarte aquí.
-No suelo frecuentar otros lugares. -fue mi respuesta, una gran verdad.
-Pues deberías. Siempre dije que este castillo tiene los jardines más lindos que he visto en mi vida.
-¿A qué debo su visita? - pregunté en tono cortante. No estaba de humor.
Dumbledore dió un gran suspiro, y dijo:
-Lamento esto, pero el señor Crouch, el Jefe del Departamento de Seguridad Mágica, me ha escrito pidiéndome una entrevista.
-¿Y qué tengo yo que ver?
-Al parecer, el señor Crouch  todavía está inmerso en su investigación sobre mortífagos prófugos. Mañana vendrá con un grupo de aurors a... interrogarte.
Me quedé helado. No podía creer lo que estaba escuchando.
-Pero...
-No te preocupes. -me dijo. -No vas a salir de este castillo, yo te lo aseguro. De todas maneras, tengo las pruebas suficientes de que abandonaste esos hábitos antes de la caída de Voldemort.
Me estremecí al escuchar su nombre. ¡Qué tragedia!   Crouch estaba obsesionado con seguir encontrando mortífagos,   y yo no iba a escaparme de su lista negra. Debería medir cada palabra que saliera de mi boca si no quería levantar sospechas.
-Esta bien. -le dije. -Haré lo que pueda para no traerle problemas.
-Gracias. -me contestó. -Confío en que demostrarás un buen comportamiento. -Dicho esto, se retiró.

Capitulo 7

Esa hermosa sensación de matar una vez más recorría su  excitado corazón. No podía evitar esbozar una sonrisa mientras contemplaba la cara del cuerpo sin vida que yacía sobre el piso. Respuestas equivocadas equivalían a finales como ese... Y ella no vacilaba a la hora de usar su varita.
Salió del lugar a toda prisa todavía sonriendo, extasiada por lo que acababa de hacer. ¿Dónde seguiría buscando ahora? Podría estar en cualquier lado, pero algunos lugares específicos rondaban en su cabeza. Mientras tarareaba en su cabeza el vals que había bailado con él hace tanto, en la mansión Malfoy, se dirigía decididamente a la Calle de la Hilandera, en busca del libro que tanto quería.

Sebastian odiaba las alturas, la comida fría, la ignorancia, y era irritantemente pulcro. Annie disfrutaba ver a los demás equivocarse, cantaba en sus ratos libres y  era tan autosuficiente como podía. Sebastian odiaba meterse en problemas, Annie amaba hacer que los demas se metan en ellos. Uno suceptible, y la otra persuasiva. Un chico vulnerable en manos (o garras) de una traviesa chica de 11 años. Y un profesor que día a día toleraba menos a sus alumnos.
-¡Chico idiota! ¿Acaso no puedes leer? El sentido antihorario está en el tercer paso...
-Lo siento. -decía el pobre Gryffindor.
-Sentirlo no va a ayudarte a aprobar. -le contestó el profesor Snape, mientras desvanecía el contenido del caldero con su varita.
Cuando Sebastian se dió cuenta que se acercaba a su mesa, se puso a releer las instrucciones en el pizarrón, esperando no tener errores.
-Tus orejas se ponen coloradas cuando estás nervioso, ¿sabías?
-No estoy de humor. - le respondí. Annie hizo como si no lo había escuchado, como siempre lo hacía. Siguió peinando su cabello mientras entonaba una canción por lo bajo.
-¿Es así como preparas tu filtro? -preguntó una gruesa voz desde el fondo.
Annie y Sebastian se dieron vuelta al instante, y vieron como Snape se acercaba a ellos.
-Lo siento, profesor. El olor que sale del caldero me hace muy mal y...
-Entonces ve a quejarte con  el profesor Dumbledore, no conmigo. Este filtro está en el programa enviado por el Ministerio, y una alumna no va a decirme qué hacer o no.
No pude evitar soltar una risita.
-¿Qué hay de ti? -preguntó Snape, más enfadado aún. Se acercó a mi caldero y casi mete su enorme nariz en él.
-Demasiado jengibre. Es una lástima. -dijo fríamente, y se fue a su escritorio.
-Con esa actitud, solo van a conseguir horas de castigos. -le dijo a toda la clase. -No hay uno, repito, uno de ustedes, que pueda aprovar Pociones. SEÑORITA POYNTER, ¿LE MOLESTARÍA MUCHO DEJAR DE PEINARSE MIENTRAS ESTOY HABLANDO?
La tensión podía cortarse con un cromo de magos y brujas famosos. Annie se quedó quieta, pero con una cara de indignación increíble. Yo la miraba, y miraba a Snape. Sus ojos eran dos agujeros negros, profundos, de una intensidad impresinonante. Daba miedo, había que reconocerlo.
-Alguien debe darle una lección. -me dijo Annie mientras saliamos de las mazmorras.
-Pues buena suerte. -le contesté -no volverás a meterme en problemas frente a Snape.
Annie no pensaba lo mismo.

jueves, 12 de agosto de 2010

Capitulo 6

Que hermoso día de otoño. Ni una sola nube manchaba el cielo azul, y las doradas hojas de los arboles cubrían los terrenos del castillo que, para él, ya era su hogar. Había pasado solo una semana, si, pero ese castillo hacía que uno se sienta cómodo en él. Amor a primera vista.
Era domingo, su primer domingo, y tras preguntar reiteradas veces al profesor Flitwick si podía pasar la tarde afuera, lo hizo con toda seguridad. Estaba solo, ya que no contaba la compañía de su cargada mochila de libros. No había hecho muchos conocidos, a excepción de una chica con la que había charlado en el expreso.
Se sentó contra una pared, cerca de los invernaderos, donde el sol le pegaba en la cara, sacó sus libros uno por uno y comenzó con las prácticas de transformaciones.
A los pocos minutos, unos agudos gritos hicieron que levante su cabeza, buscando de donde provenían. A pocos metros de él, dos chicas estaban discutiendo a los gritos. Él se levantó, olvidando los libros en el lugar y acudieno, sin pensarlo dos veces, en ayuda de las chicas. Cuando llegó a la escena, descubrió que su inocente deducción era errónea: las chicas no estaban en peligro, sino que estaban pelenado.
-¡Vuelve a tocarme un pelo y ya verás! -decía una de ellas, de cabello muy rizado y abundante.
-Lo siento, eso te pasa por ponerte en mi camino. -fue la respuesta de la otra, con un tono de suficiencia.
La chica de cabello rizado lanzó un suspiro de furia, y se dió media vuelta, hacia el castillo.
La otra se la quedó mirando con una sonrisa en la cara, y agregó algo en voz muy baja que fue inaudible. Giró la cabeza, y su brillante pelo negro, atado en una larga cola de caballo, resplandeció con el sol.
-Hola! ¿Cómo estas?- le dijo al ver a Sebastian, que hasta ese momento había sido invisible para la chica.
-Hola. - contestó este, tímidamente.
-Soy Annie, ¿me recuerdas? Nos vimos en el tren. Y mira! -dijo, señalando la insigna de la túnica del chico.- Estás en Ravenclaw, ¡al igual que yo!
Sebastian asintió con la cabeza,y se preguntó por qué no se había percatado antes de que había compartido varias clases con ella.
-¿Y qué haces por aqui solo? -le preguntó Annie.
-Estaba... ¡mis cosas!-exclamó Sebastian de golpe, y echó a correr hacia donde había dejado sus pertenencias. Todo seguía en su lugar. Annie lo siguió hasta donde había ido, y se dejó caer en el pasto, mirando con un gesto de extrañez al chico.
-Bueno, para estar en Ravenclaw no eres muy inteligente... ¿o si? -preguntó con soberbia.
Sebastian la miró con frialdad. Él podía ser inteligente cuando quería, y como lo era, sabía que todas las personas olvidaban cosas, que era normal cometer errores.
Estuvo a punto de replicarle, pero pelear con una chica iba en contra de sus principios. Guardó todo rápidamente, mientras decidía que la biblioteca sería un mejor lugar para estudiar.
-Debo irme. -le dijo secamente.
-Hazlo. Si ese es tu deber...  Ya nos veremos mañana, en pociones. -le dijo Annie, con una sonrisa en la cara. Era evidente que no tramaba nada bueno.
A varios kilómetros de allí, la joven bruja Lessie tomaba decisiones que, nuevamente, involucraban al nuevo maestro de pociones de Hogwarts.