Ni ella ni yo sabíamos la practica de un encantamiento desilusionador, pero si la teoría. Descubrimos esa noche que e nada servía saber una cosa y otra no. Por lo que confiamos en que nadie nos vea esa noche, y tuvimos suerte... bueno, casi.
Salimos de la sala común y comenzamos a bajar escalón por escalón hasta el cuarto piso. Flitwick nos había dicho sobre la existencia de un pasadizo que llevaba directo a la biblioteca, algo que Rowena Ravenclaw se había encargado de crear mediante magia para que nosotros, los más propensos a consultar libros, tengamos más facilidad hacia ellos.
El rellano del cuarto piso estaba silencioso. No había rastro alguno de Filch o de su gata, mucho menos de algún fantasma o cuadro que permaneciera despierto.
-Debimos haber traído más ropa, estoy congelándome. -declaró Annie, que iba por delante con su varita débilmente encendida.
-Silencio -le dije. -Deberías preocuparte por que nos agarren, no porque tienes frío.
Hizo caso omiso a mis palabras, y se plantó en la puerta de la biblioteca.
-¿Qué pasa? -le pregunté en un susurro. Tardó en contestarme.
-Nada. -dijo ella, con su voz temblorosa. -Vamos. -y se metió en la oscura sala.
La bilblioteca estaba oscura y fantasmal. Había unos cuantos libros sobre las pocas mesas donde los alumnos trabajaban de día, apilados y formando peligrosas montañas de libros. La Sección Porhibída estaba justo al fondo, separada por una soga de los demás libros.
Atravesamos esa división y comenzamos a escrutar codiciosamente todos los libros que descansaban en los altos estantes.
La mayoría de los lomos estaban grabados en letras doradas (algunos desgastadísimos, otros no contenían letras). Los había gruesos, anchos, finísimos, de cuero, pesados y livianos, de todos los colores posibles.
Annie empezó a observar fascinada todos los títulos, y tomó varios de los libros entre sus manos (quizás pensaba en llevárselos) mientras que yo dudé un momento.
Tomé uno al azar y con mucha dificultad leí el título: "Est domus in terris" Latín, el idioma original de los magos. Sabía unas pocas palabras. Lo dejé en su lugar, y tomé otro: "Enamorando desde lo oscuro", lleno de maleficios y pociones mortales que engendraban amor en una persona en la forma más impura: a través de la magia negra. Me dió asco, lo dejé donde estaba. "Más alla de la magia blanca y la negra: ¿existe el gris?", filosofía mágica contemporánea; "Plantis finis Africae", herbología medieval africana; "La solución a la solución: una guía para hacer trampa en la elaboración de pociones" , bueno... el título ya lo decía todo...
Estaba tan fascinado y concentrado viendo esos libros tan maravillosos que me exalté exagerdamente al oír un fuerte ruído que provenía de la entrada de la biblioteca.
jueves, 26 de agosto de 2010
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