Resumen

"El cuento del Príncipe" es un fanfic con el objetivo de explorar el pasado de Snape y poder comprenderlo mejor.
El fic está dividido en cuatro partes.
La PRIMERA PARTE transcurre en el castillo, y habla sobre la relación con Lily, la entrada a los Mortífagos y su adicción a las Artes Oscuras. También aparece un personaje inventado pero no por eso mal ubicado, que intenta resaltar el lado adolescente de Severus. A su vez, se señala la relación con la familia Malfoy.
La SEGUNDA PARTE transcurre en la Mansión Malfoy principalmente, y en otros lugares pero en menor grado. Se explica la relación con Voldemort, Bellatrix, y el porqué un mestizo es aceptado por el Señor de Las Tinieblas.
Hay momentos de crísis y desesperación, donde Severus se replantea sus acciones. Se menciona la relación con sus padres.
La TERCERA PARTE transcurre nuevamente en el castillo, en séptimo año. Aquí aparecen constantemente los merodeadores, Lily y Regulus Black, que también intenta remarcar la parte humana de Severus. Esta parte está llena de problemáticas tanto adolescentes como sociales, y Severus toma decisiones que marcarán su vida.
La CUARTA PARTE es la etapa final. Se estabilizan todas las historias para poder encajar en la historia original, quedando lo más fiel posible a las raíces de los personajes escritos por J K Rowling.


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"El maestro de Pociones" es la segunda parte de "El cuento del príncipe". Constará de una sola parte, comprendiendo la etapa de Severus como profesor, Mortífago, miembro de la Orden del Fénix, y eterno amante de Lily Evans. Las historias y personajes de su adolescencia aparecen nuevamente, aunque no todos tienen buenas intenciones para con él. ¿Por qué el príncipe se convierte en profesor de Hogwarts? ¿Protegió a Harry por amor a Lily, o por el remordimiento de haber causado su muerte? ¿De qué lado estaba Snape? Son algunas preguntas que se intetarán responder...
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"El hombre más valiente" es la tercera y última parte de "El cuento del príncipe". Esta estapa final abarca algunos capítulos de los libros 3, 4, 5, 6 y 7, por lo que es quizás la más compleja de escribir. La idea es resaltar los momentos en que Snape aparece en la historia original y relatar aquellos momentos que Rowling ocultó, asi hasta llegar al fin de la vida de Severus. Esta parte tendrá muchos saltos en el tiempo y no será totalmente consecutiva como lo fueron las anteriores, demostrando cómo todo encaja finalmente y dando significado lo que Harry dijo alguna vez de él: "Es el hombre más valiente que conocí."

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Y es acá donde todo termina. Donde descubro realmente si una vida llena de sacrificios y pérdidas sirvieron de algo. Si pude realmente cumplir aunque sea sólo una promesa, a pesar de las tantas que había roto. No soy de esos que creen en la vida después de la muerte, me parece absurdo. Pero al menos, antes de partir, voy a intentar limpiar mi nombre tanto como pueda, y salvar a tanta gente que arruiné. Es este, sin duda alguna, el fin
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martes, 26 de enero de 2010

Capitulo 13

La odio, la odio y la odio. No recuerdo cuánta gente empujé deliberadamente mientras me abría paso para salir de esa fiesta. Mi rostro estaba empapado en lágrimas, de furia o tristeza, no estaba segura. ¿Cómo se atrevió? ¿Cómo pudo...? Ah, pero esto no quedaría así. Claro que no.
Al fin encontré una puerta que daba a los jardines. Tardé mucho en rodear la casay dar con el sendero que me llevaba a la salida. Pero no me importó. La rabia que sentía en ese momento no conocía tiempo ni espacio.
Cuando estuve lo suficientemente lejos de la mansión, intenté calmarme aunque fue en vano. La luna estaba llena por la mitad esa noche, pero no dejaba de ser hermosa. Sequé mis lágrimas, y me desaparecí.

•••

Me aparecí con Regulus, Harper y Rowle en la Casa de los Gritos, atravesamos en túnel y nos separamos dentro de la Sala Común. El siguiente día fue domingo, por lo que la mayoría de los alumnos iban a Hogsmeade o terminaba los deberes para la semana. Como no tenia con quién ir a Hogsmeade, decidí adelantar mis deberes de Herbología.
No me gustaban ni me desagradaban las plantas, pero tenía facilidad con ellas. Tenía que aprenderme las clasificaciones del ministerio de memoria sobre las semillas y las hojas, y lo estaba llevando bastante bien. Pero recordé que el profesor Slughorn me había invitado a tomar algo a su despacho. Slughorn me apreciaba mucho, aún cuando rechazé su intento de incluirme a su Club de las Eminencias. Había insistido tanto para que yo entré, pero odiaba ese tipo de cosas. Aún así, no rechazaba sus invitaciones los domingos por la tarde. Era bastante divertido, pero importante por sobre todas las cosas. Me gustaba hablar con él, era un mago muy sabio. Si se utilizaban las palabras correctas (para alagarlo) soltaba la lengua sin dificultad, y contaba todos los detalles que uno quería saber.
Asi que me vestí y atravesé la pared que separaba la Sala común de Slytherin con el corredor de las mazmorras.
El castillo estaba bastante vacío, hacía un frío agobiante en los corredores. El hecho de que la mayor parte de las mazmorras estuvieran bajo el Lago Negro influía también. Golpeé suavemente la puerta de roble del despacho de Slughorn. La abrió sin preguntar, él sabía que era yo.
-¡Severus, muchacho! Te esperaba más temprano...-me dijo derrochando felicidad, mientras me invitaba a pasar. Slughorn siempre derrochaba felicidad.
-Lo siento, es que me entretuve con los deberes de la profesora Sprout.-contesté y me senté en una de las sillas que rodeaban la mesa redonda de madera.
-No importa, no importa. ¿Quieres té?
-Si, por favor.
Una vez me sirvió, se sentó en otra silla y cortó un enorme pedazo de tarta de melaza para cada uno.
-La verdad, estaba muy ansioso porque vengas aquí hoy. -me dijo en un tono muy suspicaz. -Lo he estado examinándo desde el día en que lo obtuve. -Dicho esto, sacó una pequeá botellita de un bolsillo y la puso sobre la mesa.
Yo la miré, horrorizado. Reconocía a la perfección el líquido rojo intensto que había en su interior, que burbujeaba lentamente: era el Elixir Flagrante. El que había probado con la chica de primero, y luego el que inundó el recinto de la planta baja cuando peleé contra Potter y Black.
-Disuclpe profesor, pero no se de qué...
-¡Oh vamos! No voy a castigarte, jóven Severus. Yo mismo revisé la escena de la pelea, y me volví loco cuando vi un par de gotas de este líquido sobre los vidrios. Por cierto, ¿no surte efecto en ese material, o lo hiciste específicamente para que el vidrio lo resista?- dijo, arrastrándo las palabras.
Me quedé callado unos segundos, mirándolo fijamente.
-Eché los crisópos al final, a propósito. Pero si no los echo, supongo que es capaz de atravesar los vidrios.- le contesté.
Slughorn puso una sonrisa de oreja a oreja.
-Ingenioso, ingenioso en verdad! Aunque se habrán cocinado en el mismo elixir, supongo que debes mantenerlo a temperatura constante...
Pasamos un buen rato hablando sobre pociones, como siempre. Cuando el reloj dió las siete, me levanté para retirarme diciéndole que debía terminar mis deberes para mañana. No era del todo cierto, pero ya quería irme. Slughorn me acompañó hasta la puerta, pero antes de abrirla me djio:
-¿Sabes, Severus? El viernes por la noche voy a celebrar una pequeña reunión y sólo he invitado a un selecto grupo de personas dentro del castillo. Aunque también vendrán algunas personalidades a las que yo enseñé aquí adentro...
-Me alegro, señor. -le dije, y abrí la puerta yo mismo. Él salió al corredor y me siguió hablando.
-Quiero que sepas que estás invitado, Severus! Espero verte aquí el viernes por la noche. Adios! -y se volvió a meter.
Me causaba tanta gracia que piense que iba a aparecerme por ahí. Odiaba ese tipo de reuniones, Slughorn siempre me invitaba pero me parecían un acto tan superficial, donde gente que ni siquiera se conoce busca contactos profesionales, y Slughorn se rodea de sus viejos alumnos que hoy en día son alguien "gracias a él". No gracias, prefería meter el brazo dentro de una tentácula venenosa.

domingo, 24 de enero de 2010

Capitulo 12

Pero si es mi prima preferida!
-¡Reg, querido!
Aparté mis ojos del rostro de Lessie y contemplé la feliz llegada de Bellatrix a la fiesta. Ella y Regulus eran primos, y se estimaban bastante. La mayoría de los invitados se acercaron a saludar a Bella y a su marido Rodolphus. Su hermano Rabastan también había llegado con ellos.
-Ahora si la fiesta está... ¿Lessie?
Había desaparecido. La busqué con los ojos entre la multitud, pero no la vi. Me quedé parado un buen rato, pensado en lo que había pasado. Lily se lo merecía. Además, lo hice por su bien. ¿No estás segura? ¿Estás siendo víctima de una gran confusión? Bien, te daré un empujón. Conocía a Lessie, y no iría a buscar a Lily. Oh no. Sabía donde golpear, igual que yo. Confiaba plenamente en que Lessie no le haría daño a Lily, no físicamente al menos. A menos que... No, no lo haría. Yo se lo pediría más tarde. Y la ayudaría a planear una venganza si es necesario, siempre y cuando hagamos que Evans no quiera estar más con el idiota. Si lograba eso, no todo estaba perdido. Si lograba que Lily descrubra que James no la ama realmente, aún había esperanzas conmigo.
La copa volvio a llenarse mágicamente mientras caminé hacia el salon contiguo, alejandome de la música. Estaba menos atestado de gente, excepto por unos magos ancianos que estaban fumando en u rincón. Me dejé caer en una silla y medité un buen rato, hasta que el ruido de un vidrio que se rompía e nel otro salón llamó mi atención

-¡Pero si es mi prima preferida!
-¡Reg, querido!
Abrazé a Bella con esmero y le dediqué una ancha sonrisa. 
-No sabes lo feliz que soy al verte aquí, Reg!
-No podía perdérmelo. Me encanta ver a la familia reunida por un mismo propósito. 
Mis padres se acercaron a saludar a su sobrina, y también lo hizo Narcissa pero no Lucius. No había mucha química entre ellos. 
-Serñoita Black, diganos. ¿Dónde se encuentra nuestro anfitrión? -Preguntó uno de los amigos de mi padre que también se había acercado a saludar.
-Él está en camino -respondió con una sonrisa.
Él. Él. Él. ¿Por qué nadie lo llamaba por su nombre? Voldemort. ¿Tanto les costaba hacerlo? La verdad que nunca lo había visto en persona, ni me interesaba hacerlo. Sólo sabía que iba a derrocar a la Ministra de Magia la semana próxima. Si, si, los sangre sucia nos molestaban a todos. Pero seamos sinceros: la mitad de los presentes en esa fiesta podía decir "mi árbol genealógico está limpio" con toda seguridad. Incluo en mi familia, "la noble y antigua casa de los Black" había manchas. Mi prima Andrómeda se había  casado con un muggle hacía poco. Y como siempre, mi familia la desheredaba. Como si a ella le importara!
-¡Ésta aquí, ha llegado! -exclamó alguien.
Era tan apuesto y encantador a simple vista, que podría tener veinte o sesenta años, nadie se daría cuenta. Vestido con un simple traje negro, llevaba el pelo negro desalineado y tenía las mejillas hundidas, pero todo eso le sentaba bien; lo hacía bastante atractivo. Sus ojos tenian un leve destello rojo y estaban furiosos. Contempló a los invitados que lo aplaudían y lo saludaban, pero pronto dejaron de hacerlo. El rostro de Voldemort causaba pánico, por alguna razón estaba bastante enfadado. Yo lo observaba atentamente.
-¿Qué es todo esto? ¿Qué se supone que está pasando aquí? -pregunto calmado, pero a la vez sus palabras inspiraban terror. Lucius se le acercó tímidamente.
-Mi señor... pensé que se alegraría de ver a tanta gente celebrando en su honor!
-Te equivocas, Lucius. -dijo furiosamente. -Estamos a días de tomar el Ministerio, ¿Y se te ocurre hacer una fiesta? ¿No eres consciente de que podrían atraparnos? ¿De que podría haber alguien aquí que no es tan leal como dice serlo?
Lucius no sabía que decir. Nadie abrió la boca para ayudarlo, tampoco. 
Voldemort se quitó su capa de viaje y la arrojó al piso. Sacó su varita y dijo:
-Te sugiero a ti, Lucius, y a todos los aquí presentes, que dejen las fiestas para después. 
-Pero, mi Señor... -comenzó a decirle Yaxley mientras le ponía una mano en el hombro. Voldemort tardó una fracción de segundo en reaccionar; movió apenas su varita, y Yaxley salió disparado con fuerza hacia atrás y se estrelló contra una mesa de vidrio (que se partió en mil astillas)
-Aprendan esto. -comenzó a decir Voldemort. -Deben agradecer que están aquí. Porque en una semana, aquellos que no estén de mi lado, serán parte de la oposición. Y la oposición debe ser eliminada para que los gobiernos puedan gestionar en paz. 
Comenzó a pasearse por el salón hasta posarse en el medio; la gente se abría a su paso con cara de terror.
-Pero tampoco quiero que se sientan incómodos, no! -dijo con una sonrisa -Si están aquí, significa que tienen mucho coraje. Digo, se supone que son leales a mi causa y a mi persona. Y que lucharán con sus varitas por eso. -Decía todo en un tono tan... perfecto. Era muy convincente. -No quiero pensar que han llegado a mi por miedo, eso sería decepcionante. Para ustedes.




Me acerqué sigilosamente al otro salón. Todos habían callado y estaban atentos a las palabras de Voldemort. Escuché todo su discurso: era un gran orador.
-Informen a todos los magos que compartan nuestra condición, infórmenles que deben estar de nuestro lado. La sangre une padre e hijos, une hermanos y  hermanas, y nos une a nosotros. No debemos estar separados, no debemos alejarnos de los magos de sangre limpia.
Dicho eso, subió la escalera principal del salón. De inmediato, Bellatrix, Lucius, Rodolphus y su hermano, y unos pocos magos más lo siguieron. Inesperadamente, alguien me tomó del brazo por atrás y me arrastró afuera.
-Ese tipo está enfermo!
-¿Te sorprende,"Reg"?
Estaba sentado al pie de la fuente que adornaba el jardín trasero de la mansión, pero Rodolphus estaba de pie, temblando.
-Severus, ese hombre habló de "eliminar" a la oposición, ¿Te das cuenta?
-Si, y no creo que se refería a disolver partidos políticos. -dije con sarcasmo. -Rodolphus, todavía no ha hecho nada. Ni él ni su gente.
-Nosotros somos su gente! Y dicen que... dicen que sabe emplear magia oscura, y mucho más... No sabemos de qué es capaz para tomar el poder, Severus.
-Tú no eres "su gente". Estás aquí por tu sangre, por tu dinero, por tu familia. No por que lo deseaste. -repliqué bruscamente.
-No importa que estemos aquí, importa que no vamos a poder salir de esto. -Se acercó a mi y me tomó por los hombros. -He leído cosas... sobre dictadores muggles. No todos toman el poder con algo de represión, no siempre es tan sencillo.
Aparté sus manos de mis hombros; odiaba que me toquen.
-¿Por qué te preocupa tanto? Estás del lado correcto, al igual qe toda tu familia y tus amigos. Comparto su ideología, pero no sé sus métodos. Cuando los utilize, veremos qué...
-Cuando los utilize, será demasiado tarde.-me dijo fríamente.
En ese momento, Harper y Rowle aparecieron.
-¿Estás bien, Reg?
-Oímos tus gritos desde adentro...
-Si, estoy bien. ¿Dónde esta Dorian?
Ambos chicos hicieron un gesto de complicidad, y le guiñaron un ojo a Regulus.
-Estaba enseñadole la mansión a Violetta McMillan -dijo Harper, entre carcajadas.
-Idiota. -dio Regulus en un susurro. -Que se las arregle. Larguémonos de aquí, hay que volver a Hogwarts antes de que amanezca.
Regulus comenzó a caminar por el jardín. Los otros dos lo siguieron. Yo me quedé un rato, mirando el agua que se arremloniaba en la fuente. Hacía mucho frío esa noche. De lejos, se escuchaba algún que otro grillo emitiendo su música, que se mezclaba dulcemente con la melodía clásica que salía de la mansión.
Qué lejos había llegado. Conmigo, con Lily, con mis amigos... Me vi capaz de hacerlo, pero nunca creí que lo haría. A veces quería ser un alumno más, uno de esos que no se meten en problemas. Hace un tiempo era algo de eso pero... las circunstancias "desviaron" mi pasos.
¿Dónde estaría Lessie? Debía encontrarla cuanto antes. Por el bien de todos, debía hacerlo. Aunque una voz en mi cabeza me susurraba que la deje actuar, que vea qué es capaz de hacer... Pero era demasiado arriegado, ¿o no?
Ya veremos.
Me puse de pié y le di la espalda a la imponente mansión mientras caminaba hacia la salida.

Capitulo 11

Qué imponente era ese lugar. No había visto muchas mansiones en mi vida, pero esa en particular era impresionante. Los Malfoy la habían adquirido a principios del siglo diecinueve, cuando Abraxas Malfoy se llenó los bolsillos con la revolución industrial muggle.
La puerta principal se abrió sola, como siempre lo hacía, y entré con mis compañeros de excursión nocturna.
Me arrepentí de haber ido. Lucius había dicho "reunión", no "fiesta".
La sala principal estaba llena de  magos, todos vestidos con sus mejores túnicas, y las brujas con vestidos largos y llenos de encaje. Había música clásica sonando, aunque no se escuchaba casi nada, ya que todos charlaban, reían, o chocaban sus copas de hidromiel.
Me armé de valor,  y me adentré entre la multitud. Los demás me siguieron. Oí que una mujer decía algo como "¿Quién invitó a estos?". Supongo que el comentario despectivo iba referido a que ninguno de nosotros vestía para la ocasión. Exceptuando a Lessie, que lucía un vestido negro con diminutos cristales verdes que lo adornaban de la cintura para abajo.
-¡Bienvenidos amigos! Me alegra la presencia de cada uno de ustedes esta noche.
Lucius hablaba desde lo alto de la ancha escalera que conducía a los pisos superiores. Tan elegante como siempre, estaba acompañado por Narcisa, que lo tomaba del brazo.
-Como se les ha informado, estamos festejando el ascenso del mago que nos prometió tanto, y hoy ha cumplido.
Todos aplaudieron con regocijo.
-Por fin tendremos alguien que comparta nuestros intereses y los intereses de toda la comunidad mágica administrando nuestra sociedad, y liberándola de aquellos que no pertenecen a ella.-hizo una pausa -El Señor de las Tinieblas nos honrará con presencia en pocos minutos, por lo que les pido que disfruten de la reunión.
Volvieron a aplaudir a Lucius y a su vacío discurso. Él y su esposa bajaron las escaleras, y yo me dirijí hacia ellos.
-Severus, que gusto verte. Y veo que has traído a tus amigos.- me dijo, mientras posaba sus fríos ojos en cada uno de los demás.
-En parte, si. Aunque sólo uno de ellos está aquí para unirse. -y señalé con la cabeza a Pettigrew. El chico comenzó a sollozar y saludó a Lucius tímidamente.
-Ah, ya veo...-dijo Lucius.
-Prima, hace siglos no te veía. -le dijo Regulus dulcemente a Narcisa..
-Reg, querido, tus padres están aquí, según tengo entendido.
-Bien, ya he hecho todas las presentaciones. Supongo que voy a buscar algo de tomar, con su permiso. -dije, en un tono tan falsamente agradable.
Me di media vuelta, tomé una copa de hidromiel de la bandeja que un elfo doméstico sostentia y me dirijí al balcón enorme para tomar algo de aire. Pobre Regulus, sus padres no eran mortífagos declarados, pero estaban financiando la campaña del Señor de las Tinieblas para eliminar cuantos muggles sea posible. Al igual que todos los magos que estaban ahí; muy pocos daban su vida por el Señor de las Tinieblas, pero si su dinero. Ellos eran la clase alta, la que tenía el poder y la influencia sobre el Ministerio.
Vacié mi copa de un sorbo y Lessie apareció a mi lado.
-Podrías haberme avisado que era una fiesta de gala. -le dije.

-¿Con qué objeto? Hubieras usado esto mismo..-
Tenía razón. De todos modos, no le contesté, no hice seña alguna. No estaba de humor esa noche, y supongo que ella lo notó.


-Estas especialmente inmutable esta noche ,Severus...-él no reacciono. -¿Hay algo que necesite saber?- 


"Necesitar" Qué palabra. En si, ella necesitaba saberlo.Pero las consecuencias serían catastróficas. -No podrías resistirlo. Creeme. -giré mi cara hacia ella. -Asi que será mejor que no indages.- Me di media vuelta y caminé hacia adentro para buscar otra copa...


Lo seguí, diciendole :-Prefiero vivir con el dolor de la verdad, que con la angustia del silencio. Además, sea lo que sea, puedo aguantarlo.


Pase por al lado de varias personas hasta encontrar un elfo con bebidas. Tomé una y seguí mi ruta, sin rumbo. Me senté en uno de los elegantes sillones que adornaban la sala, alejado de la masa de gente que bailaba y bebia. Lessie tomó otra copa y se sentó con mucha delicadeza a mi lado. -Yo no estaría tan seguro...- repliqué con una sonrisa. Era el rencor o el whisky de fuego que estaba bebiendo lo que forzaron esas palabras.
Traté de poner la expresión mas fria y dura que tenia. -Pruebame. Demostrarás, una vez mas, que estas equivocado. Si algo de él sabia, era que hiriendo su orgullo, conseguiria al menos, un resultado.
-Lily. -dije. -Otra vez Lily. -Todo era un juego de palabras. Sabía que tanto ella como yo mediamos cada letra, cada acento que decíamos. Había empezado "Celeste Aida", una pieza clásica magnífica compuesta por un mago egipcio hacia mucho tiempo ya. Tomé a Lessie de la mano y la llevé a la pista. El baile asimilaría la noticia.


-¿Es una broma, verdad? ¿Desde cuando bailas? -él no contestó. -¿Qué hizo esa ahora? -¿Desde cuando bailaba? ¿Y por qué ella siempre tenia que ser parte de la conversacion? Se notaba el odio en mi voz, era de público conocimiento mis sentimientos hacia la señorita cabeza de zanahoria, y mas aún si Severus estaba involucrado. Puso su mano en mi cintura y yo pose la mia en su hombro. Nos moviamos al compaz de la balada.


-Hizo algo que jamás pensé que haría. -tomé otra copa de la bandeja de un elfo que pasaba, y seguí bailando. La música me relajaba muchísimo, y el whisky también. -Demostró que no vale nada. Ni un knut. -dije con bronca.

-¿Quieres por favor dejar de beber y de darle vueltas al caldero? Habla de una vez!- le dije cansada


-Yo...- comenzé a decir. Miré sus ojos cargados de impaciencia, de curiosidad. Vacié la tercera copa de la noche y le dije- Ella me besó. Ayer por la tarde. Potter la abandonó y vino a mi. Qué patética! -y reí por lo bajo.


Mi expresión cambió completamente. Mi rostro se transformó en alguien que decididamente no se parecia a mi. 
-Que ella qué?!- Tal vez habia escuchado mal... o eso esperaba.


La miré con indiferencia, como si acabara de hacer un comentario al pasar.
-Lo que escuchaste: la sangre sucia de Evans me besó.
Me soltó de inmediato y dejamos de bailar. Sus ojos se habían humedecido, pero no de tristeza, sino de ira. Era tarde para arrepentirse ya, yo había provocado eso. La copa vacía que tenía en la mano volvió a llenarse de la nada. Debía tener algun encantamiento encima, la verdad no me importo, Tomé otro sorbo y sentí como el whisky abrazaba mi garganta.


Sentía como una lagrima rodaba por mi mejilla mientras retrocedí un paso hacia atrás.
 -¿Y tu qué hiciste?.- No queria saber. Mentira, si queria, pero no estaba del todo segura.  A veces era demasiado mazoquista. Sentia cómo mis propias uñas se encarnaban en la palma de mi mano pero no me importaba el dolor.


Miré mi copa relucir a la luz de las velas que flotaban en el techo.
-Es obvio. La aparté y me fui del lugar. ¿Qué pretendías que hiciera? No me atrae... en lo mas mínimo. Pero escucha, no te lo dije para que te pongas así...
Respiré hondo. Un desteyo de locura se asomaba en mis ojos.


-¿Y cómo quieres que me ponga? Me conoces lo suficiente asi que sospecho que tienes una idea de lo que voy a hacer. Esa sangre sucia lamentará el dia que recibio su carta de Hogwarts.- miré hacia abajo, y sonrei maliciosamente, olvidando que el estaba alli. abri la mano, me estaba sangrando. -maldicion- susurré.

Alzé su mentón con la yema de mis dedos, y le dije -Haz lo que tengas que hacer. Lily Evans no me interesa para nada.

Capitulo 10


Aparté mis labios al instante. Con una furia incontrolable, me levanté de la silla. Miré a Lily a los ojos: estaba desconcertada.
-Olvida esto ¿quieres? -le dije con la voz cargada de ira.
A pasos grandes, salí de Las Tres Escobas y comencé a caminar por el sendero cubierto de nieve que conducía al castillo.
Si antes tenía alguna duda, si quedaba una sola gota de esperanza en mi, había desaparecdo con ese beso.
Si, bueno, era lo que quería. Besarla, tenerla, estar con ella... Pero no era posible. Nunca lo sería.
Ella no me miró como lo mira a Potter, no me besó como lo besa a él, no sintió lo mismo. No era la manera en que yo queria tenerla, no así.
Ella estaba hecha para Potter, o quizás no.
¿Por qué me importaba tanto?
Me detuve frente a una tienda de libros usados. Estaba cerrada. Me acerqué y desempañé la vidriera con mi puño derecho. Me vi reflejado en el frío cristal.
Habían pasado años de la primera vez en que había hablado con Lily. El pelo me llegaba a los hombros, y las ojeras se estaban pronunciando cada vez más.
Debía olvidarla, por más que me duela, por más que después me arrepienta.

Entré a los terrenos del castillo y divisé a unos chicos que estaban gritándose cerca del Bosque Prohibído. Me acerqué y vi que eran los Slytherins de sexto, que estaban molestando a dos alumnos de Hufflepuff. Entre ellos estaba Regulus.
-Hey, Black! -le grité.
Él se dió vuelta, con una sonrisa producto de la euforia que le causaba molestar a esos dos chicos.
-Snape! ¿Quieres unirte? -preugntó entre carcajadas, y los demás chicos también se rieron.
-¿A qué hora vamos a lo de Lucius esta noche?- le pregunté.

•••


A las doce y veinte minutos de la noche bajé a la sala común. Allí estaban Regulus con unos chicos más de sexto. Cuando me vió, su rostro se iluminó. Regulus era un mago muy culto, inteligente y astuto. Pero no tenía una pizca de seriedad. Era una de las pocas cosas que compartía con su hermano.
-Hasta que te dignaste a bajar! Déjame presentarte a Harper -señaló a un chico rubio de ojos grises que estaba a su derecha- él es Dorian Scabior -el más alto de todos, tenía un aspecto bastate salvaje -y él Sam Rowle -el último a quien señalo, un chico de pelo corto y castaño con cara de engreído.
Los cuatro eran bastante altos, pero no más que yo. Sabía que Scabior era guardián del equipo de quidditch, y Rowle y Harper eran cazadores junto con Regulus.
-Bien, tú nos guias Sev. -dijo Regulus alegremente.
-No del todo. Debemos buscar a uno más, él sabe como salir de este castillo sin correr riesgo alguno.
Scabior y Rowle se miraron con desconfianza, pero Regulus asintió alegremente y fue el primero en salir de la fría sala común.
Atravesamos el subsuelo, luego el recinto, y salimos por la gran puerta de roble que, por obra de una pócima del olvido que se me cayó en el jugo de calabaza de Ficlh, éste olvidó cerrar.
Los otros hablaban y reían por lo bajo, ninguno se mostraba nervioso. No estaba muy seguro de si sabían donde se estaban metiendo.
Llegamos al Sauce Boxeador, donde (para mi sorpresa) nuestro último acompañante nos esperaba.
-Con que era verdad, todos los Gryffindor son portadores de un gran valor. -me burlé.
Pettigrew me miró con su cara de "estoy desesperado, matame!" que siempre ponía.
-¿Qué hace este aquí?- preguntó Regulus alarmado, y sacó su varita. Los otrs tres hicieron lo mismo.
-Baja eso, él viene con nosotros.
Los cuatro guardaron sus varitas, no sin vacilar.
-Lo que digas. -dijo Regulus sin importancia.
-Ahora dime, ¿cómo salimos de aquí? -le pregunté a Pettigrew en un tono que intentó ser amable, pero no lo fué.
Pettigrew señaló el Sauce Boxeador temblando, y dijo:
-Hay un túnel, por debajo... debajo del Sauce.
-Bien, supongo que habrá que inmovilizarlo. -repliqué. Saqué mi varita y apunté al árbol que se movia suavemente a unos metros de nosotros, pero antes de decir algun hechizo, una rata enorme recorrió el terreno y saltó hacia uno de los nudos del Sauce. El enorme tronco se quedó inmóvil de inmediato. Se produjo un chispazo blanco, y la rata se transformó en Pettigrew.
-¡Vamos, apresúrense!
Medio atónito, me acerqué al árbol y me meti por el hueco que había entre sus grandes raíces. Regulus, Pettigrew y los otros tres me siguieron.
Tuvimos que agacharnos un poco para atravesar el estrecho túnel. Al salir, después de un rato, nos encontramos en una habitación revestida en madera, auqnue estaba quebrada y enmohecida. Los pocos muebles también lo estaban, y todo el ambiente tenía una aire de abandono.
-¿Dónde estamos? -le pregunté.
-En la... Casa de los Gritos.
Scabior soltó un grito de miedo. Asi que era aquí donde traían al hombre lobo... que traidor resultó ser Pettigrew.
Encendí mi varita, y recorriendo todavía la casa con mis ojos, pregunté:
-¿Cuántos de ustedes saben aparecerse?
Regulus, Pettigrew y Harper asintieron.
-Bien, vamos a hacer una aparición conjunta. Tómense de las manos.
Cuando los seis estuvimos agarrados, me desaparecí y los arrastré conmigo. Al instante, nos encontrabamos en el sendero que conducía a la Mansion Malfoy. Scabior y Rowle cayeron al piso, por culpa del mareo que habían sufrido.
Comenzé a caminar, y los demás me siguieron.
-Espera! -gritó una voz de mujer a mis espaldas.
Me dí vuelta, y vi a Lessie a pocos pasos de mi grupo.
-¿Cómo llegaste hasta aquí? -le pregunté mientras miraba a Pettigrew con sorpresa.
-Hay un pasadizo detras del espejo del cuarto piso que va hasta una cueva cercana a Hogsemade. -explicó. -Narcissa me ha invitado personalmente por carta, dijo que era importante que yo también asistiera esta noche.
Los siete caminamos el sendero de tierra en dirección a la gran Mansión que se alzaba a unos cien metros.
Regulus le contaba a Harper en voz alta (para que nadie se quede sin oír) sobre la chica con la que estaba saliendo. Pettigrew sollozaba por lo bajo. Scabior intentaba entablar conversación con Lessie, pero ella se mostraba reacia a dirijirle la palabra.
Y yo, en silencio, iba al frente, con la varita encendida en la mano.
Regulus presumia, Pettigrew sollozaba, Scabior se acercaba a Lessie.
Reunión de Mortifagos, eso me había dicho Lucius...
Regulus presumia, Pettigrew sollozaba, Scabior se acercaba cada vez más a Lessie.
Llegamos a la enorme reja negra que delimitaba la entrada a la Mansión.
Antes de levantar mi brazo izquierdo para poder pasar, pude escuchar como Regulus presumía por última vez, Pettigrew se secaba las lágrimas, y Scabior salía disparado por un encantamiento aturdidor porque Lessie consideró que se le había acercado demasiado

Capitulo 9

Pasé todo el día en mi habitación. No fui a ninguna clase, porque a pesar de que hoy no tenia clases con los Gryffindors, no iba a arriesgarme a cruzarme a nadie que yo quisiera por los pasillos. Y el hecho de que mi humor no era el mejor también influyó.
Bajé a la sala común, donde había varios estudiantes haciendo la tarea o charlando, y me senté en uno de los cómodos sillones verdes junto a la ventana. Tomé "Elaboración de Pociones Avanzadas" y comencé a ojearlo y a cambiar un par de recetas.
-Tendrías que haberle roto la cara, Severus.
Levanté la vista de mi libro para ver quien me hablaba, pero luego la volví a bajar.
-No voy a resolver tus disputas familiares, Regulus. El día que le rompa la cara a tu hermano, será por que yo lo desee.
Regulus estaba en sexto, pero él (como toda su familia, excepto su hermano) compartían los ideales del Señor de las Tinieblas.
-Como sea. -dijo el chico. -La semana entrante, Slytherin juega contra Gryffindor, y gracias a ti Potter no podrá jugar.
-¿Porqué estás tan seguro de que Potter esta en la enfermería por mi culpa?
Regulus rompió en carcajadas. Lo miré fríamente hasta que paró, y dijo:
-Esta bien, no te enojes! Estoy aquí por otro motivo. ¿Has pensado en hacer algo mañana?- me preguntó con una ancha sonrisa.
Repetí la mirada fría, sin dirijirle palabra alguna.
-Al parecer no... Bueno, por si te interesa, los chicos y yo iremos a la Mansión de Lucius por la noche, pero no sabemos como escaparnos del castillo, y como mañana tendrás la mayoría de edad y podrás hacer magia fuera de....
Por tercera vez, mis ojos taladraron sus palabras.
-¿Sabes qué? Mejor le pido ayuda a Harper.
Se alejó rápidamente, murmurando por lo bajo.
Cerré el libro y me quedé mirando a través de la ventana.
Me había prometido a mi mismo que terminaría el colegio cuando por mi cabeza había pasado la loca idea de alcanzar los 17 e irme del castillo, alejarme de todo al menos por un tiempo.
Pero no podía ahora, el Señor de las Tinieblas tendría el poder dentro de poco y debido a mi condición de sangre, no podía darme el lujo de estar en el bando equivocado.
¿Tan mal estaba lo que hacía?
Caminos separados. Eso había dicho ella, y no se equivocaba. Lily siempre tenía razón.
El reloj dió las doce. La sala común estaba vacía.
Cerré mi libro, lo tomé, y me dirijí a la enfermería, en busca de Lily Evans, con mis diecisiete años recién cumplidos.

•••




-¿Vas a ordenar algo o qué?
-Ahora no. Estoy esperando a alguien.
La camarera me miro poco convencida y siguió limpiando las mesas. Increíblemente, Las Tres Escobas estaba vacío, a excepción de unos magos que estaban en la barra tomando whisky de fuego y unos alumnos de cuarto que estaban bastante apartados de donde estaba yo.
Odiaba la impuntualidad, y Lily lo sabía. De hecho, ella también; rara vez llegaba tarde a algún lado. Sabía que vendría, fue muy segura cuando me lo dijo ayer...


- Creo que dejaste todo bastante claro ayer, asi que no me interesa nada de lo que... 
-Lily, ayer ambos nos dijimos cosas para nada agradables. Y me arrepiento de haberlo hecho.
-Demasiado tarde, Severus. ¿Pretendes que siga cayendo en tus excusas? ¿En tus vacías justificaciones?
-No! Nada de eso! Pero por favor, no seas asi conmigo! Debes entenderme, no estoy del todo... bien últimamente.
-Claro, porque yo nunca te enumeré cuáles eran aquellas cosas que te hacían mal... ¿Quieres que te refresque la memoria? -dijo con sarcasmo.
-Mira, no vine hasta aquí a pelear. -Estaba muy calmado. Aunque no estaba siendo del todo sincero. -Sólo quería invitarte mañana a Las Tres Escobas, para que podamos charlas y eso.
Ella me miró friamente. 
-Mañana es tu cumpleaños. -dijo en un tono seco.
-Exacto! Es decir, es hoy pero...
Ella miró su reloj, pero su expresión no había cambiado en lo absoluto.
-Feliz cumpleaños, entonces. Te veré mañana en Las Tres Escobas, ¿esta bien?
-Mas que bien...


El reloj daba las tres y media. Cinco minutos más y me iría. 
De pronto, la puerta se abrió y una ráfaga de viento entró por ella. Lily cerró la puerta, y se sentó en mi mesa.
-Lo siento, vine lo más rápido que pude. 
Sus ojos estaban rojos. Había estado llorando, lo notaba en su cara.
-¿Estás bien?
- Si claro, sólo un tanto... decepcionada. Eso es todo, no importa. 
-¿Qué hice ahora?!
-Esta vez no es tuya la culpa -dijo y se le escapó una risa. -Sino de... la gente en general. 
-Sabes que puedes confiar en mi...
-Sinceramente no sé en quién confiar, me siento una idiota. -dijo nerviosamente. - Defiendo lo que tengo, lo que logré, para perder todo por un estúpido capricho. Porque es tan egoísta? Quiere hacer las cosas solo, sin ayuda
Las lágrimas brotaban lentamente de sus ojos. No me miraba a mi, tenía la vista fija en la ventana. 
Tomé su mano, y me acerqué más a ella. No estaba seguro de lo que iba a decir pero...
-Eres demasiado para él. Para él y para cualqueira que no sepa valorarte.
Entonces me miró a los ojos. Podía leer su mente, estaba cansada. Confundida y cansada. Tenia dudas sobre si misma, tenia miedo. Podía verlo...


"-No quiero hacerlo Lily, pero no puedo permitirte que...
-James después de todo este tiempo ¿Te parece que no puedo tomar decisiones por mí misma? No me trates como a una infante 
-Si llegara a pasarte algo, la culpa la tendré yo...
-¿Que se supone que significa eso? 
-La Orden no es algo para ti, ya te lo he explicado..."


Me acerqué aún mas a su rostro, y la mano que tenia libre la posé sobre su cara. 
-Nunca había conocido una chica como tú, tan independiente, tan... honesta. Tú no mereces que te traten como una idiota.
Las palabras eran exactas, indicadas, casi perfectas. Ella entrecerró los ojos, y bajó su cabeza. Allí estaba, Lily había bajado la guardia. Deslicé mi mano hacia su barbilla haciendo que sus ojos se encontraran con los míos con un movimiento. 
Avancé sin vacilar hasta quedar a menos de un centímetro de ella. 
Y nos besamos.


Capitulo 8



El timbre sonó.
Ni siquiera había abierto la mochila, por lo que sólo tuve que agarrarla y marcharme del aula de Defensa Contra las Artes Oscuras.
No podía volver a mi sala común, ya que el recinto de la planta baja estaba clausurado. Era lógico; aquella mañana habían encontrado los restos de la pelea de anoche, y ni Dumbledore ni el resto de los profesores estaban seguros de lo que había pasado.
¿Marcas de magia negra? ¿Restos de una poción que nunca se había visto? Claro que era un hecho raro, aún tratándose de Hogwarts.
La luz del Sol me baño de pies a cabeza cuando salí a los terrenos. Hacía demasiado frío, aunque había dejado de nevar.
Dí media vuelta para volver a entrar, pero choqué con algo.
-Dime en este instante qué le has hecho a James!
Sus ojos verdes me miraban fijamente, cargados de ira.
-No es de tu interés.- contesté fríamente y seguí mi camino.
-¡Claro que lo és! ¡No puedo creer que... ¿Podrías mirarme cuando te estoy hablando?
Me detuve y me volví para verla.
-Lily, él se lo buscó. Y por más que no lo haya hecho, se lo merece. -repliqué violentamente.
-NADA, pero NADA de lo que pueda hacerte justifica tu comportamiento ¿Por qué no puedes portarte como un adulto? Severus -dijo un tanto más calmada -estás a días de cumplir diecisiete años y lo único qe hacés es fomentar tu... adicción a la violencia.
-Adicción a la violencia? Es tu novio el que...! Además, ¿qué te importa que tan adulto soy? Hasta donde sé, estabamos en caminos separados, recuerdas?
Sentí que de la punta de mi varita salieron chispas rojas. Debía controlarme, no quería discutir para nada con ella.
- Los caminos que elegimos no tienen qe ver en esto. Comienza a importarme cuando estás hiriendo a las personas que quiero y por las que me preocupo, y eso te incluye, a pesar de todo...
-JA! ¿Ahora te importo? -Comenzé a reírme. Estabamos solos en la entrada del patio. El viento ondeaba nuestras túnicas, pero no sentía nada, sólo me enfocaba en no decir algo de lo que luego me arrepentiría. Naturalmente era complicado.
-Me cansé de ti, Lily. Y te he pedido miles de veces que no me busques más, que no me dirijas la palabra. Aún asi tu vuelves, y sabes que es peor para ambos. Ahora te pido una vez más que te alejes de mi. Tengo cosas mas importantes que hacer que recordar viejos momentos, sabes?
No podía dejar de mirarla a los ojos, me era inevitable. Quería llorar, me estaba muriendo por dentro, pero no podía hacerselo saber.
- No me estoy acercando porque quiero, ya me quedó bastante claro tu mensaje. Pero no puedo permitir que dañes a la gente que quiero, simplemente no puedo. Yo también tengo derecho a pedir cosas, Severus. Quiero que te alejes de James, o de cualquiera de mis amigos. No me obligues a dirigirte nuevamente la palabra, si lo que realmente deseas es lo contrario.
Lo que realmente deseo... Me quedé en silencio por varios segundos.
-Sabes lo que realmente deseo, lo sabes bien. Y sin embargo te pavoneas con el otro idiota delante de mis narices. ¿Cuándo te darás cuenta de que Potter no es tan genial como todos creen? Hace un tiempo era un sinvergüenza, y ahora lo amas? -y no me contuve más. -Eres patética Lily.
Tardó una fracción de segundo en responderme con una cachetada. Me dolió mil veces más su intención que el mismo golpe. Parecía arrepentida de lo que había hecho. Comenzó a caminar dandome la espalda, pero a los pocos pasos se detuvo y regresó, manteniendo una distancia considerable de mi.
-¿Me estas diciendo patética? ¿Severus Snape me esta llamando patética? ¿Un idiota que sigue a un asesino ambicionando un poder que nunca va a tener? ¿Que prefiere ser opacado por personas de mucho menor talento porque no tiene el suficiente valor para enfrentarse a la realidad? No te atrevas a insultarme, no tienes ningun derecho, ni siqueira deberías estar hablándome, deberías estar agachando la cabeza y yéndote de mi vista.
Iba a contestarle, pero me interrumpió.
-¿Lo que realmente quieres? Uno lucha por lo que quiere severus, es la diferencia entre James y tu: él sí lucho, él no se rindió. No se ni por qué estoy gastando estas palabras en ti, indudablemente no las mereces.
Dicho esto, se fue, y escuché sus sollozos mientras lo hacía. Me había destruído, me había clavado una espada en el pecho.
Miré hacia el patio. Ni la fuerte nieve que comenzaba a caer podía tapar todo el dolor que sentía en ese momento.

Capitulo 7



No podia creer que haya sido tan orgulloso como para arriesgarse a pelear asi. Sentía el peso de su cuerpo sobre mi hombro mientras lo llevaba hacia el aula más cercana. Dejé que se recostara en el suelo de la mazmorra. Estaba frío y se sentia la humedad en el aire. Estabamos solos.
Le razgué la manga de la túnica con mi varita para poder ver la herida: era bastante serio. La sangre estaba algo seca ya, pero por algunas pequeñas aberturas seguia saliendo libremente. Toqué la herida con mi varita y sin pronunciar palabra alguna, las heridas dejaron de sangrar. No quería romper el silencio pero desafortunadamente, no pude seguir manteniendo mi tan aclamado exterior duro y frío, y rompí en llanto.
Severus no se percató hasta pasado el minuto, pero el sabia lo duro que era para mi tenerlo tendido en el piso en esas condiciones. Sequé mis lágrimas y le dije
-Y aca estoy otra vez salvando tu pellejo..-
Esperé a que contestara, sin mirar aquellos oscuros y penetrantes ojos suyos.
-Te prefiero a ti antes que a Madame Pomfrey. - Dijo secamente y me miró a los ojos. - Te doy mis agradecimientos Less.
Ya habia dejado de llorar cuando Severus me habló, no se qué era ese poder que tenia sobre mi, pero con él me sentía segura.
-Sabes que no tienes que agradecerme nada. Sabes que yo por ti..- no me animaba a terminar la frase, yo por él... qué? Daba la vida, sí. Me quedaba en vela toda la noche, arriesgaba mi permanencia en el colegio, sí, si, si, si y mil veces si. Yo por él lo daba todo, y lo que no podía también. Pero prefería que no supiera tanto. Semejante información en manos de Severus era algo peligroso. Él no era para nada de esos de los que se tragan el orgullo. No podía mostrarme como una tonta enamorada, él me necesitaba, él sabia que yo estaba ahi para ayudarlo, como siempre.
-De todas formas, realmente valoro lo que haces por mi. O no sé si por mi es que lo haces, solo... Quiero decir que yo haría lo mismo por ti. Eres una persona muy... inteligente e interesante y... te respeto por ello.
Avergonzada, bajé la cabeza, pero él me tomó el rostro con su fría mano izquierda.
-No tienes que ponerte asi. Sé que te custa tanto como a mi expresarte, y por esa razón creo que deberíamos llevarnos bien. Cuidaré de ti tanto como tú lo hagas conmigo. Confía en mi.-
Inteligente e intersante... esas palabras resonaban en mi mente una y otra y otra vez... ¡Qué fuertes suenan sus palabras en mi cabeza! ¡Si supieras todo lo que hago por ti! ¡No hay un minuto en el que no piense, en el que no me preocupe, en el que no quiera agarrar mi capa y salir corriendo ciegamente a buscarte!
Nuestros ojos se encontraron. Era increible la profundidad de aquellos mares negros, tan sinceros y a la vez camaleónicos... Si supieras, tan solo si supieras todo lo que tengo para decirte y no puedo... llevarnos bien, es fácil decirlo para ti. No es él el que muere por dentro a cada instante de una prolongada ausencia.
-Yo confío en ti, Severus. Solo desearía que las cosas fueran distintas.- Y las palabras salian solas, como una catarata furiosa. Lo dicho, dicho estaba. Espere su respuesta, tratando de no mirarlo.
-Voy a confesarte algo. Y creeme cuando te digo que jamás he sido tan sincero: yo también desearía que las cosas fueran distintas, en cierto modo. No es que me arrepiento de la vida que elegí, no soy tan cobarde. Sólo que estoy perdiendo mucho por muy poco. Y no quiero arrastrarte a ti ni a nadie.
Posó su otra mano sobre mi mejilla. Yo lo miraba sin pestañar.
-Además, sería irritante que llores cada vez que te diga gracias -dijo en un tono gracioso, casi como una burla. Ambos nos reímos.
Por merlin. Oír esas palabras salir de su boca era la mejor música para mis oidos. Me tomo de las manos. Estaban frias y ásperas, pero no podia pedir nada mas en ese momento.
-Severus, puedes arrastrarme hasta la mismísima perdición, que yo con una sonrisa iria. No me impora el peligro, no me importa lo que digan y tampoco la muerte. No necesito nada mas si estoy contigo.-
Y no aguanté más. No pude retener mas ese deseo infinito que ardia en mi desde hacia tanto tiempo. Solté muy a mi pesar sus manos y tomé su rostro. Presioné mis labios contra los suyos para fundirnos en un beso que me parecio interminable, flotando en extasis, mientras algo susurraba para mis adentros te amo.

Capitulo 6



Mi antebrazo izquierdo ardió suavemente. Pasaba cada vez que alguien tocaba el tema.
-No juegues conmigo, Pettigrew...
-No lo hago! Es que... es que...
Mi rostro se había endurecido. No podía moverme, ni siquiera estaba seguro de poder sostener la varita por mucho más tiempo.
-Snape, todo el mundo habla de que Él va a tomar el poder muy pronto, y he escuchado... he escuchado lo que hace con los sangre sucia.
-NO USES ESA PALABRA!
La ira reactivó mis sentidos. Con más ganas que antes, apunté con mi varita hacia su feo rostro.
-Lo siento! Solo quería...
-¿Y a ti que te importa lo que hace o deja de hacer el Señor de las Tinieblas? Hasta donde sé, eres sangre pura.
-Lo sé! Pero... Snape, debes entenderme! Están preparando una especie de grupo de lucha, por si toma el poder. Y tu mejor que nadie sabes que es inútil enfrentarse a él!
-¿Quieren... oponerse? Pero...
-Si! Dumbledore habló con James ayer por la noche. No sé exactamente de qué, pero por lo poco que me dijo, están organizando algo llamado la Orden del Fénix.
Estaba completamente atónito. Era demasiada información para mi, y no quería saberla.
Si se organizaba una resistencia desde el colegio, los que estabamos unidos al Señor de las Tinieblas... bueno, ¿qué sería de nosotros?
Debía actuar. Y rápido. Pero antes tenía que hacer algo con Pettigrew.
-Vamos a hacer esto... ¿quieres calmarte, por favor?
Pettigrew seguía despidiendo sollozos, cada vez mas fuertes.
Apunté con mi varita hacia la puerta y murmuré "Muffliato!"
-Escúchame bien, pequeño traidor. Aquí no ha pasado nada, ¿entendido? Voy a esperarte hoy a la medianoche en la estatua de la Bruja Tuerta que hay en el tercer piso. Tienes unas horas, por si cambias de opinión.
-Creeme, no lo haré!
No necesitaba Legeremencia para saber que me estaba diciendo la verdad.
Se marcho inmediatamente, aunque no escuché sus pasos.
Levántate.
La chica a mis espaldas se puso de pie. Seguía mirando al vacío.
"Obbliviate!"
La chica salió de la maldición Imperius. Parecía confundida.
-¡No quiero volverte a ver por aquí! Si vuelves a escaparte de tu dormitorio a esta hora de la noche, voy a avisarle al director, entendiste?
Muerta de miedio, asintió levemente con la cabeza y saió corriendo. Al menos no escupia fuego cuando se fue.
Mi Élixir Flagrante había salido exitosamente bien.

                   •••


-Te repito, James: son sólo conjeturas. Si no las hiciera, sería peor.
-¡Profesor, no voy a irme de Hogwarts!
Qué oportuno es encontrarse a Potter y a Dumbledore a medianoche por los pasillos del castillo. Y qué oportuno es saber hacer un encantamiento desilusionador.
Estaba muy quieto y silencioso, a la vuelta del corredor por donde ellos venían.
-James, es de vital importancia que entiendas las consecuencias de tus actos. Si permaneces en Hogwarts...
-Voy a permanecer, aunque me saquen a la fuerza: creame que sé como volver. No voy a estar lejos de mis amigos precisamente ahora.
-No puedo obligarte a marcharte. Pero si quieres ser parte de la Orden, tendrás que obedecer mis órdenes sin cuestionarlas. ¿Entendido?.
El infeliz tardó unos segundos en contestar. Sabía que odiaba la idea de que alguien le de órdenes.
-Entendido.
-Bien. Ahora, ponte la capa y vuelve a tu dormitorio. Se supone que este tipo de reunión es un tanto... ilegal. Y no quiero traerte problemas.
Potter se rió. y luego se marchó, tarareando una canción de "Los Trasgos". Apreté tan fuerte mi varita que hizo un leve "crac".
-Eres un gran mago Severus, pero deberías aprender a controlar mejor tus emociones.
¿Cómo diablos sabía que estaba yo ahí? La respuesta era fácil: Dumbledore es... Dumbledore.
-Creame que no fue mi intención, Profesor. -dije, mientras apartaba el encantamiento desilusionador.
-Claro que no. Si lo hubiera sido, me lo hubieras dicho. ¿Verdad?
-Lo dudo.
Dumbledore sonrió.
-¿Entonces tampoco me dirás que haces despierto a estas horas, rondando por el casitllo?
Mi cerebro inventaba una excusa a toda velocidad, cuando una perfecta distracción me salvó de ese tenso momento.
Un fuerte estallido se había escuchado al fondo del corredor donde estabamos Dumbledore y yo.
-Protego!-
Y bum. Otro estallido.
Dumbledore tomó su varita y caminó rápidamente al lugar. Yo lo seguí.
Allí estaban Potter y Pettigrew. Debía encontrarme con este último en la estatua de la Bruja Tuerta, pero eso era en el otro ala del castillo.
-Bueno, al parecer nadie duerme en este colegio.- dijo Dumbledore, algo sorprendido.
Yo estaba escrutando a Pettigrew con la mirada. Si llegaban a descubrir que debía reunirse conmigo, no sabría que hacer. Es decir, hubiera atacado a Potter (hubiera destruido a Potter), pero con Dumbledore ahi todo era inútil.
-¿Estás bien, Peter?- preguntó Potter.
Pettigrew temblaba ligeramente y me miraba con cara de desesperación.
-¿Qué le has hecho?- me preguntó violentamente Potter.
Solté una carcajada.
-¿Yo? Eres tú el que corrompe sus ideas, imbécil.
-Ya basta. -dijo Dumbledore imperativamente.- Sr. Potter, acompañe al Sr. Pettigrew a la Sala Común.
Supongo que mi mirada y la de él irradiaban tanto desprecio, tanto odio, que Dumbledore sabía que un segundo más y nos volaríamos en mil pedazos.
Potter tomó a Pettigrew por el brazo y se lo llevó.
-Vuelve a tu dormitorio, Severus. No quiero verte rondando por aquí otra vez.
Me di vuelta y comenzé a caminar. Estaba en el quinto piso, por lo que tardé en llegar a las mazmorras. Bajé la escalera de marmol y estaba entrando por la puerta a las mazmorras, cuando vi a Black el la gran puerta de roble del recinto.
Una sonrisa se ensanchó en su rostro.
-¡Vaya! ¡Qué sorpresa, Quejicus! No te esperaba por aquí, la verdad.
Seguí mi camino. Iba a estallar en cualquier momento y no quería meterme en problemas.
-Jajajaja! Tu cobadría nunca deja de sorprenderme -exclamó Potter a mis espaldas.
Era el colmo. Tomé mi varita dispuesto a desfigurar tantas caras como sean posibles.
Agradezco ser el Principe Mestizo y haber inventado el Sectumsempra.

El primer encantamiento aturdidor fue a la cara de Potter. Él lo rechazo; el muy canalla era bastante ágil. Luego cortó el aire con su varita, y salí despedido hacia atrás. Caí de espaldas al suelo y me golpeé la cabeza.
Podía escuchar la risa de Black. Me reincorporé, agitado, y mire a Potter fijamente.
Él atacó primero. Bloqueé su encantamiento aturdidor, y con un complicado movimiento de mi mano lanzé a Potter hacia su derecha violentamente. Luego apunté a Black, y al instante hice que su túnica ardiera en llamas.
Potter se levantó, pero el embrujo que me tiró no dio en el blanco y dejó un crater en la pared.
Me agaché justo a tiempo, pero mis piernas se unieron súbitamente y tropezé.
Sentí la sangre caliente que salía de mi nariz y empapaba mi rostro. La hice sanar, y contrarestré el maleficio de las piernas unidas. Me paré rápidamente, y lanzé mi Sectumsempra a Black.
Él lo esquivo, y me miro con muchisimo odio.
-¿Con que quieres jugar con magia avanzada, Quejicus?-me dijo con ira. Apuntó con su varita, y un rayo de luz blanco pasó zumbando al lado de mi oreja para dar nuevamente con la pared.
Potter me hizo una gran herida en el brazo derecho con un maleficio punzante, y Black volvió a lanzar su rayo que él consideraba "magia avanzada".
-SALVIO HEXIA!
El encantamiento escudo me separó temporalmente de ellos.
Podía escuchar sus respiraciones en la oscuridad. Potter tenía el hombro derecho lastimado, pero Black estaba intacto. No podia seguir peleando, estaba en desventaja y lo sabía.
Me agarré la parte izquierda de mi torso tratando de calmar el dolor, y sentí un bulto en el bolsillo de adentro.
El Elixir Flagrante estaba todavía ahí.
El encantamiento protector dejó de hacer efecto, y Potter y Black levantaron sus varitas al mismo tiempo. Lanzé la pequeña botella con el elixir al aire y la apunté con mi varita.
-Confringo!
La botella estalló en mil pedazos, y cada gota desparramada inició un gran fuego en todo lo que tocaba.
El recinto se volvió una hoguera.
Caminé rapidamente hacia la puerta que llevaba a las mazmorras, y me desplomé por las escaleras.
Mientras juntaba fuerzas para levantarme del frío suelo de piedra, escuché pasos que se acercaban.
-¿Severus?! ¿¡Qué te ha pasado!?-Exclamó Lessie desesperada, mientras me ayudaba a levantarme y me llevaba al aula más cercana


Capitulo 5



Pasaron un par de semanas cuando los aurores dejaron de venir al Colegio. Habían buscado al chico con las descripciones que la Ministra les había dado, pero no lo encontraron. Entonces dejé de tomar la poción y de hechizar a Victor para que no salga del armario. Los profesores que me preguntaron dónde había estado, habían recibido una respuesta más que creíble. Mi abuela estaba muriendo, quería visitarla antes de que... bueno, de que termine de morir. Vivia lejos, muy pero muy lejos. 
Yo ni siquiera conocía a mis abuelos. Quizás estaban vivos, quizás no. Lo importante fue que se tragaron todo eso.
Octubre, noviembre y diciembre no fueron para nada interesantes. Monotonía pura; Severus no se habla con nadie, Lily y Lessie lo buscan, Severus evita a las dos. Potter ya no quería pelear cuando me veía, al parecer estaba intentando cambiar. Y funcionó bastante bien. A fines de noviembre, comenzó a salir con Lily. Habían nacido para estar juntos, eran la pareja preferida de todo Hogwarts. Hasta Dumbledore les esbozaba una sonrisa cuando los cruzaba juntos en algún pasillo.
¿Alguna vez sintieron esa sensación ácida en su garganta, tanto que les da ganas de cortarse el cuello? Bien, eso multiplicado por diez era lo que yo sentía cuando los veía juntos. Él seguía siendo un egreído, un idiota, quería llevarse el mundo por delante. Y Lily no veía eso, a pesar de mis miles de advertencias, prefirió comprobarlo por ella misma. De acuerdo, hazlo. Pero luego no vuelvas a mi llorando cuando te arrepientas.
Me dolía evitarla todo el tiempo, pero no quería escuchar palabra alguna de ella, me hacía muy mal. Se pondría loca cuando se enterara de todo lo que había hecho en mis vacaciones. Pero luego yo saltaría con alguna excusa lo suficientemente elaborada para hacer que me perdone, y por un corto tiempo seríamos buenos amigos otra vez. Pero no quería hacerle eso ahora, ya no.
En cuanto a Lessie... no tenía nada contra ella, pero lo que pasó en casa de los Black... bueno, no me agradaba del todo. No me arrepentía, todo lo contrario. Pero las chicas siempre interpretan mal las cosas. Que compartas una noche con alguna no significa que debas casarte inmediatamente. Y com ono tenía ningún interés por casarme con Lessie, decidí evitarla.
Todo era un mundo, y cada uno era principe de un terrotorio. Lily, James, Lessie... Estabamos en guerra, sin armas quizás. Pero hay cosas que dañan mas que las armas, todos lo sabemos. Las alianzas, las traiciones...
Fue una traición lo que intensificó todo. Fue la traición lo que me marcó aún más mi decisión, mi camino. Lo que paso la última noche de diciembre terminó de convencerme.

Faltaban diez días para mis diecisiete años. Al fin alcanzaría la mayoría de edad.
Estaba probando mi Elixir Flagrante (que yo mismo inventé) en una chica de primero de Slytherin, pero tuve que llevarla a una de las mazmorras porque no dejaba de escupir fuego.
Fue entonces cuando escuché pasos en el pasillo.

Rápidamente, empuñé mi varita. No sería nada agradable que algún profesor me encuentre en una de las mazmorras experimentando con una almuna de primero.
El rudio de los pasos desapareció, y fue reemplazado por un leve arañazo.
-Lumos!- Exclamé, mientras asomaba mi cabeza por la puerta.
Era sólo una rata. Aliviado, le di la espalda y volví al interior de la habitación. Mejor seguiría mañana con todo esto.
-¿Snape, eres tu?-
Volví a girar, con la varita en alto.
La última perosna a la que esperaba ver. Pettigrew, con esa cara de idiota que siempre ponía cuando se sentía intimidado por alguien (casi todo el tiempo practicamente) me devolvía la mriada en la oscuridad.
-¿Qué diablos haces tu aquí? ¿Te envió Potter, verdad?- Esas palabras salieron de mi boca automáticamente.
Un fogonazo de luz a mis espaldas llamó mi atención. La chica de primero seguía escupiendo fuego.
-No, no! He venido por mi cuenta! Por favor, baja tu varita!- me rogó Pettigrew. Obviamente no le hize caso.
-¿A qué has venido?- Le pregunté violentamente.
- Yo... sólo quiero... eh...
Otro fogonazo a mis espaldas.
-Termina de una vez!- Le dije a la chica, pero Pettigrew también recibió mi consejo.
-Necesito hablar contigo, Snape! Necesito tu ayuda!- Dijo Pettigrew entre sollozos.
-¿Mi ayuda? ¿Y qué te hace pensar que puedes pedirmela?
Pettigrew se quedó en silencio. Miraba mi varita con miedo, que lo apuntaba sin vacilar. A mis espaldas, un nuevo fogonazo salió de la boca de la chica.
-¡YA BASTA!- Me di vuelta y dije -¡IMPERIO!
No era la primera vez que utilizaba un maleficio imperdonable. El cosquilleo avanzó por mi mano derecha, y sentí el total control sobre la chica. "Deja de escupir fuego" pensé, e inmediatamente noté que habia surtido efecto. La chica de primero se quedó inmóvil, con la boca cerrada, mirando al vacío.
Volví mi vista hacia Pettigrew.
-Escúchame, imbécil: será mejor que no le cuentes a nadie lo que acabas de ver, o te la tendrás que ver conmigo, entendido?
-No diré nada, lo juro! Pero...
-Y ahora vas a apartar tu feo rostro de aquí. No quiero verte más por estas mazmorras.
Pettigrew estaba bañado en sudor.
-Snape, por favor! Necesito tu ayuda!- exclamó. Estaba desesperado, me di cuenta. Medité por unos segundo y dije:
-¿Que quieres de mi?
Pettigrew miró hacia el suelo, como si estuviera avergonzado de lo que iba a decir.
-Quiero unirme a... quiero unirme a los Mortifagos.

Capitulo 4

Fue al segundo día de colegio cuando dejé de usar el filtro que cambiaba mi apariencia y adopté el físico de Victor por completo. Gracias a Dios había aprobado todas las materias y yo podía seguir cursándolas por él.
Por lo que fui a mi primera clase de Pociones como Victor. Resultó ser un desastre.

-Llega tarde, Señor Stratford! -Exclamó Slughorn al verme entrar a la mazmorra donde dictaba sus clases de Pociones para los alumnos de EXTASIS.
-Lo siento Profesor, es que...
-Como decía, la Séptima Ley de Golpalott habla sobre las relaciones entre los ingrdientes sólidos y los ingredientes líquidos. ¿Alguien puede explicarla?
Severus Snape la hubiera recitado a la perfección, e incluso hubiera expresado su desacuerdo con Golpalott y hubiera cambiado un par de palabras.
Pero Victor Stratford no.
Me acomodé en una de las mesas vacías, agradeciendo que estaba solo yo, pero la felicidad me duró muy poco. Cuando Slughron le concedió 10 puntos a Evans por explicar la Séptima Ley, una chica que estaba sentada en la otra mesa se sentó al lado mio.
La miré incrédulo, pero no le presté atención.
-¿Dónde se supone que estuviste ayer? Creí que habíamos quedado en pasar los recreos juntos...- me dioj en voz baja.
La miré lentamente, y le sonreí. Luego volví a prestar atención a Slughorn
-Victor...- me susurró- no me has escrito en todo el verano! Ni me has respondido nignuna de las cartas que te envíe! ¿Te ha pasado algo?
-No no, en lo absoluto... -naturalmente, no sabía el nombre de la chica. -es sólo que me la he pasado estudiando, realmente lo necesito.
-No me dijiste lo mismo cuando te encontré en King's Cross. -me dijo algo enojada. - Pero yo te necesito a ti, Victor, y tu a mí. No ha pasado un día en el que no haya pensado en ti!
Esto era el colmo. El chico inerte salía con la chica inerte. ¿Por qué la gente tiene que tener tanto amor en su vida?
-Mira, no es momento de hablar ahora, necesito prestar atencion y...
-Victor, soy tu novia! -exclamó a los gritos, y para mi disgusto, todos en esa mazmorra (incluso Slughorn) dirigieron la mirada hacia mi.
-Gracias por la información, pero a nadie le interesa.-dijo Lessie fríamente desde su mesa.
-Señor Stratford, Señortia Clearwater, ¿podrían ubicarse, por favor? -Dijo Slughorn amablemente.
Tenía tantas ganas de hundir mi cabeza en el caldero que estaba sobre la mesa, pero eso hubiera llamado mas la atención. La chica se paro de un salto y me perforó con sus ojos. Yo estaba sentado en mi lugar, petrificado, si saber que hacer.
-Eh... porque no... hablamos...-
-ES OTRA VEZ ELLA, VERDAD?! LO SABÍA!- y señaló a Evans.
-No! Escucha, porque no hablamos de esto cuando termine...
-LOS VI, VICTOR! VI CUANDO ELLA TE AYUDABA A LEVANTAR TODAS NUESTRAS VALIJAS EN KING'S CROSS! PODRÍAS HABERME ESPERADO A MI, PERO NO! TUVO QUE SER ELLA! NO QUIERO VOLVER A VERTE, VICTOR! -exclamó, y salio por la puerta de la mazmorra.
La tensión en el aula permaneció, hata que Evans se levantó de su silla y se acercó a mi.
-Profesor, ¿podría acompañar a Victor afuera?
-Si Lily, será lo mejor para todos. Bien, los demás, por favor, continuemos...
Evans me tomó por los hombros y me condujo hacia la puerta. Me había puesto pálido, y no había dicho ni una sola palabra. Caminamos por el pasillo hasta encontrar una mazmorra vacía, donde entramos.
-Victor, ¿estás bien?
-Si, si, lo estoy... gracias.
-No hay de qué.Esa chica es relamente irritante!- respondió, y me devolvió una sonrisa.-Cuando estés un poco mejor, vuelve a la clase.
Lily era delegada de Gryffindor. Era su deber poner a los alumnos en su lugar, sean de la casa que sean.
Se estaba yendo por la puerta, pero se detuvo un segundo y volteó para mirarme.
-Por cierto... si te cause algun tipo de problema, lo siento.
-¿De qué hablas?
-Bueno, tu novia dijo que... o por lo menos eso entendí yo... cuando me señaló... Mira, te ayudé con las valijas porque creí que no podías tu solo...
Pobre Stratford. También había caído bajo el hechizo de esa bruja de ojos verdes.
-Oh, claro... pero tu no tienes la culpa de eso. El culpable es... -antes de decir Victor, mi cerebro me corrijió.-yo.
Lily se sonrojó.
-Me gustas Lily. Siempre me has gustado. Desde el primer día en que te ví... desde el primer día en que te hablé y oí tu voz...
El rostro de Lily se hundió en una gran confusión.
-Pero... hoy es la primera vez que te dirijo la palabra Victor...


Capitulo 3

El lugar era un asco, como todos los baños de las estaciones. Pero no importó. Me fui al espejo que estaba resquebrajado y saqué el pequeño tubo de cristal que contenía la poción multijugos. Miré su interior: estaba perfecta. Soy modesto, pero era hermoso ver una poción tan bien lograda. Destapé el tubo y metí los pelos de Stratford dentro. Inmediatamente cambió de color; se puso algo rojiza (como el pelo de Stratford) y a simple vista noté que se espesó. La agité un poco, y me la bebí de un sorbo. Sentí un cosquilleo en todo el cuerpo, como cientos de pinches que me tocaban suavemente debajo de la piel.Cuando volví a mirarme al espejo, tenía la apariencia exacta de Victor Stratford. Qué feo que era, tenia tanta cara de idiota... Revolví mi mochila en busca de una tercera botellita. De haber podido usar magia con la varita, lo hubeira hecho, pero al ser menor de edad no podía hacerlo. Como sea, no había nada que las pociones no podían darme. Al final la encontré, un filtro que yo inventé hacía poco. Me rocié un par de gotas sobre el pelo color cobre, y se oscureció fuertemente mientras crecía un par de centímetros. Luego, una sola gota en cada ojo, y de azules pasaron a negros. Asi me gustaban. Una gota en mi mentón, y algo de barba; una gota en mi mejilla, y un lunar. Era fantástico. Luego tomé el resto del filtro, y me volví algo más fornido pero más bajo. Ahora si, nadie me reconocería. Me colgué la mochila al hombro, salí del baño y miré mi reloj. Las once menos diez, el plan marchaba a la perfección. Lo único que tenia que hacer era evitar hablar con nadie, tarea fácil. No quería que me pregunten quién era, por lo menos hasta mañana, cuando el filtro deje de hacer su efecto y recobre la apariencia original de Stratford, pero para mañana ese idiota debería de estar escondido en un armario de escobas. Y todos mis problemas solucionados.
Haría correr el rumor de que Severus Snape había tenido un accidente o lo que sea, siempre y cuando alguien indague sobre su paradero.
Atravesé la pared, y me encontré con el mar de alumnos y familias que esperaban abordar el Expreso de Hogwarts. En el camino vi a Lily acompañada por sus padres, a Potter que se abrazaba con Lupin, y a Lessie que buscaba desesperadamente a alguien. A mi, obviamente.
Subí al tren de inmediato y busqué un compartimiento vacío. Era la primera vez que no viajaba con Lily. Era raro, la verdad.
Compartí el trayecto con tres alumnos de Hufflepuff bastante amigables, la verdad. Por suerte, se tragaron que estaba en Slytherin desde primer año, ya que decían que nunca me habían visto. Pero no les importó, y hablaron entre ellos todo el viaje. Yo me hice el dormido.

Victor Stratford. Fue muy fácil encerrar al pobre idiota que cayó en Slytherin por casualidad en el armario de escobas (no habría Quidditch hasta dentro de unos meses, por lo que nadie lo descubriría ahi). El pobre Victor era tan inerte e insulso que nadie notaba su presencia, lo que era perfecto.
Los primeros días, un par de empleados del Ministerio entraban y salian del despacho de Dumbledore. Al parecer, habían aumentado la seguridad en el colegio, pero no estaba seguro que me buscaban a mi. Había escuchado entre los pasillos las distintas versiones que corrían para jsutificar mi ausencia en el colegio (a tal punto que pensaban que estaba muerto) pero en Hogwarts era común que las noticias se distorsionen.
¿Qué dirían cuando yo aparezca? No lo sé. Lo que me importaba era que los aurores dejen de buscarme.
Era mi último año en Hogwarts, y quería disfrutarlo, quería aprovechar todo lo que el colegio me daba.
Que ironía. Estar en el cuerpo de un estudiante como Victor durante el día, y ser un mortífago exhiliado por la noche.

Capitulo 2



Ella estuvo parada un buen rato en la puerta de mi casa. Mantenía la esperanza de que haya alguien, o quizás sabría que yo estaba ahi adentro, observándola desde la ventana, tan aturdido como siempre que la veía.
No. No bajaría a abrirle. No podía hacerlo, mi cuerpo se había quedado petrificado, paralizado, incapaz de moverse. Algo dentro mio no quería que la viera, que le abra la puerta, que la invite a pasar y que le de mi vida a cambio de todo lo que le había hecho.
Unos minutos más tarde, antes de alejarse poco a poco, hasta doblar en la esquina y desaparecer de mi vista, dejó un sobre debajo de la puerta de mi casa.
Mi cuerpo recobró el sentido justo a tiempo para agacharse, ya que dos lechuzas entraron a gran velocidad abriendo la ventana de un empujón, dejando un sobre y un paquete sobre la cama y retomando vuelo hacia afuera nuevamente.
Un poco agitado, me reincorporé y me senté en la cama, con la mirada fija en lo que las lechuzas habían dejado.
De pronto, mi mente asoció todo: la carta de pergamino con el sello de Hogwarts. Mañana era 1º de Septiembre, comenzaban las clases. Claro está, eso me había delatado, Lily había pensado que estaría en mi casa antes de volver a Hogwarts. Y naturalmente no se equivocaba.
El otro paquete sobre la cama sólo podía significar una cosa: conocía sus dimensiones a la perfección, y Lessie me conocía tan bien como Lily, y sabía que era el único útil escolar que necesitaba. Arranqué la envoltura, y "Elaboración de Pociones Avanzadas" me mostró su descuidada tapa una vez más.
Lo tomé con mis manos, me dirigí al escritorio y saqué la tabla del piso donde escondía mis ingredientes. Allí estaban, intactos. Saqué la botella más grande de todas, la destapé y acerqué mi enorme nariz. Estaba en eprfecto estado. Sólo necesitaba el cabello de algún alumno de Slytherin.
Claro estaba, no podía volver a Hogwarts como Severus Snape, al menos por unos días. Necesitaba cambiar de apariencia, y la poción Multijugos que tenía en la mano me vendría al pelo.
Al otro día me levante muy temprano. Quería estar antes que nadie en King Cross, así podría elegir al alumno en el cual me convertiría. Necesitaba algunos cabellos para agregar a la poción y listo, cambiaría mi apariencia en el momento. Por lo que estaba preparandome en el comedor de mi casa, y una vez que estuve totalmente listo, me senté un rato en el sillón (que crujió estrepitosamente) Miraba la carta que me había dejado Lily. Todavía no la había abierto, estaba el sobre cerrado sobre la mesa. No quería leerla, no quería...   pero terminé haciendolo.


Severus, 
En realidad no iba a escribirte, pero hoy sucedió algo que me impulsó a hacer esta carta. Quiero creer que entre nosotros no todo está perdido. Sé que dijimos muchas cosas en el pasado, de las cuales me arrepiento de la mayoría. Realmente me apena que ya no hablemos, que ya no podamos seguir siendo amigos como antes, como en el pasado. Todavía recuerdo cuando jugábamos de pequeños, o nuestros primeros días en Hogwarts. Espero estar a tiempo de disuadirte de lo que vas a hacer. Lamento haberme portado tan mal, pero no podía creer que hubieras tomado esa decisión. Deberías saber lo importante que eres para mí, y que no quiero perderte. 
No me obligues a alejarme. Te lo ruego, si te importa algo nuestra amistad, si te importo algo. 
Te quiero príncipe. 
Lily

Doblé la carta por la mitad dos veces, y me la guardé en el bolsillo. Era tan idiota que pensaba que la amaba, estaba muy convencido de eso. Tomé mi mochila y me la colgué al hombro. Mi ropa y mis cosas del colegio habían quedado en casa de los Black, supongo que Regulus me las llevaría, o pediría que me las envíen. Por un lado era mejor no cargar con tanto. 
Hacía frío esa mañana. El cielo gris no era para nada amigable, y los árboles comenzaban a dejar caer sus hojas esperando al otoño. Decidí caminar hasta la estación de tren, no estaba lejos. Subí en la estación Russel Square y miré la hora; eran las nueve y media. De seguro no habría nadie allí. Bajé en St. Pacreas, y busqué el andén nueve de la estación King Cross. El lugar estaba atestado de muggles, pero yo pasaba desapercibido. De repente me entró un hambre atroz, pero no quería moverme del lugar. Asi que abrí mi mochila y saqué restos de sandwich de jamón que le había sacado a los Pentonville, los vecinos que vivian frente a mi casa. 
A eso de las diez y veinte minutos, estaba sentado en el suelo, a un costado de la columna de piedra que sostenía el cartel con el número de la estación. Entonces, un chico alto lleno de valijas caminó con paso torpe hasta donde estaba yo, y dejó todas las valijas en el suelo. No reparó en mi presencia, pero yo lo miraba desde abajo, ya que seguía sentado. Las valijas tenían etiquetas por todos lados. "V. S." algunas, "M.C" otras. El chico buscaba por todos lados con la mirada a algo o a alguien, pero luego de un rato se rindió y fue a comprar algo al vendedor ambulante que pasaba por allí. 
¡Qué distraído! Había dejado todas sus pertenencias en el suelo. A los pocos segundos, regresó con una bolsa de papel en una mano, y un montón de dinero muggle en la otra. Estaba muy agitado.
-Oh, gracias a Merlin están aquí!- dijo, tomándose la frente con la mano que sostenía la bolsa. Al parecer, era un mago. Uno bastante idiota en verdad. Me puse de pié, y lo ayudé a levantar sus valijas del suelo.
-¿Vas a Hogwarts, verdad?- le pregunté.
-Eh... si. -contestó tímidamente.
-Jonathan McFowl, un placer. -le dije. -Estoy en séptimo de Slytherin.
Él me miró poco convencido, y luego dijo.
-Yo soy Victor Stratford. Y también estoy en séptimo de Slytherin, pero no recuerdo haber escuchado de...
Agité la pequeña botella de escencia de belladona que estaba en mi bolsillo y la destapé bajo sus narices. Él chico no entendía nada, pero al instante quedó duro como una piedra. Efectos secundarios de la escencia de belladonna, deberían saberlo. Le arranqué un par de pelos de la nuca muy disimuladamente, y me los guardé ne los bolsillos.
-Creeme, no quiero hacer esto Victor. -le dije. Luego, busqué dentro de mi mochila otra botellita, ésta contenía una pócima para el olvido. Le apliqué un par de gotas en la boca, colgué mi mochila al hombro y fui al baño de la estación. 

TERCERA PARTE - Recuperando la corona. Capitulo 1

 Mi cuerpo era insensible al calor de Agosto.
Con ese malestar que uno siente cuando se aparece en un lugar, avanzé medio mareado por las angostas calles del barrio industrial donde yo había crecido.
Por la posición del Sol, no debían ser más de las ocho de esa mañana.
Allí estaba mi hogar. El más descuidado de toda la hilera de casas iguales. Lo contemplé por unos segundos antes de acercarme a la puerta. Cuando lo hice, noté que algo extraño sucedía: los vidrios de las ventanas estaban rotos, a la puerta de madera le faltaba un trozo de abajo y la hierba que salía de abajo de la casa cubría mas de un metro la pared de ladrillo. Esa casa, mi casa, había sido abandonada hacía tiempo, o al menos eso parecía.
Sin vacilar, abrí la puerta con un movimiento de mi varita y me adentré en la oscuridad total. Hacía frío allí adentro. No solía hacerlo cuando yo era pequeño.
La pequeña habitación parecía una celda de Azkaban. Los libros que cubrían las paredes estaban tirados por todo el piso, hechos pedazos. El sillón, la butaca y la mesa (únicos muebles en ese lugar) seguían en el mismo lugar en que yo recordaba, sólo que el tiempo había dejado su marca sobre ellos.
Mis padres no habían planeado irse de allí, estaba seguro. Quizás habian discutido, como siempre lo hacían, y habían decidido finalmente abandonarse el uno con el otro; quizás habían ido a vivir lejos de la ciudad, sin preocuparse por sus pertenencias (y mucho menos por su único hijo); o quizás habían muerto.
Eileen y Tobias. No fueron los mejores padres que un mago pueda tener.
Pero por lo menos, habían dejado a su hijo un techo donde dormir. Eso era de gran ayuda en ese momento.
Me desabroché la capa y me saqué los zapatos. Comencé a poner ese lugar en buenas condiciones con pocos y ágiles movimientos de varita.
Al terminar, y luego de poner los hechizos defensivos básicos en la casa, me dirigí a la puerta secreta que iba a mi habitación.
En el camino decidí que pasaría el resto de mis días de vacaciones allí. Si es que no me encontraban antes.
Mi habitación no era la excepción al maltrato general de la casa, obviamente. La única puerta del rellano del primer piso me miraba de frente, pidiendome por favor que la abra. ¿Por cuánto tiempo habría estado cerrada? Mis padres no entraban en mi habitación, nunca lo habían hecho.
Sin dudar, caminé hasta ella y la abrí rápidamente. Hizo un fuerte ruido (la madera estaba totalmente quebrada) y de la habitación salió un fuerte olor a humedad y encierro que quemó mis fosas nasales.
Encendí mi varita, y la oscuridad desapareció.
Mi habitación no era grande: una cama de hierro, una mesa muy pequeña y un armario al que le faltaba la puerta. También había una ventana, quizás la única de la casa que todavía conservaba los vidrios.
Sobre el piso había una gruesa capa de polvo, pergaminos rotos y algún que otro libro. Sobre la mesa reposaban mis botellas que usaba de pequeño, llena de ingredientes básicos que conseguía yo mismo para poder experimentar. El único caldero de la casa estaba allí también, rodeado de agujeros.
Me reí, recordando qué miserable había sido mi infancia. Y luego me reí, al darme cuenta de que mi infancia ya había terminado.
Me recosté en la cama, puse mis manos detrás de mi cabeza y miré hacia el techo mientras pensaba.
Para mi no había pasado el tiempo, había sido ayer cuando salí esa mañana de casa hacia King Cross, a mi primer año en Hogwarts. Y sin embargo, habían pasado ya 6 años, y había vivido tantas cosas que nadie creería que una persona podría vivirlas en tan poco tiempo.
Así pasaron los días de Agosto. Yo como un "mago menor de edad" (así  me describía "El Profeta") pero como le había dado un nombre falso a la Ministra, no podían encontrarme.
Comía lo que conseguía haciendo un encantamiento convocador y robándo alimentos a mis vecinos muggles, que obviamente no se daban cuenta. No salí de mi casa ni una sola vez en todo el mes, aunque un día estuve a punto de hacerlo.
Habían salido de la punta de mi varita una débil lluvia de chispas azules.
Me levanté enseguida de la cama: los encantamientos protectores funcionaban, había alguien en la puerta de mi casa.
Me acerqué lentamente a la ventana, y me vi reflejado en ella. Asomé mi cabeza sigilosamente por la ventana, y vi a la inesperada cabellera rojiza de Lily Evans, quien estaba parada en la puerta de mi casa.

Capitulo 6




-¿Millicent, que significa esto?
-Yo hago las preguntas aquí, Malfoy.
Allí estabamos, rodeados de varitas que nos apuntaban directamente al pecho. Los rasgos de dulce anciana de la ministra habían desaparecido en un instante.
-Dime qué pretendías aquí, y quizás considere darte unos años menos en Azkaban -dijo ella.
-Pero... Millicent! ¿De qué ha...?- Pero la falsa réplica de Lucius fue interrumpida por el idiota de Yaxley. El muy orgulloso habia sacado su varita y había aturdido al auror que tenía de frente. Los demas reaccionaron al instante, e intentaron desarmarlo pero ninguno acertó. La habitación se tornó un caos: Lucius sacó su varita también e inmovilizó a dos aurores a la vez. Los muebles de la lujosa sala volaron por los aires, otros se prendieron fuego y algunos se partieron en mil pedazos.
-¡Atrapenlos! ¡Usen los maleficios imperdonables si es necesario! -Exclamó la ministra.
Inmediatamente tomé mi varita pero antes de aturdir a alguien, una espesa niebla negra nos cubrió a todos, impidiendonos ver. De pronto sentí que alguien me tomaba por la espalda, grité Relaxo! y la mano dejó de sujetarme.
-Expecto Patronum!
Milagrosamente (y así lo esperaba) la cierva plateada que salió de mi varita disipó esa molesta niebla, auqnue los gritos y las maldiciones seguían haciendo presencia.
La cierva comenzó a galopar (flotar, diría yo) y me condujo al hall de la mansión.
-Lucius, he encontrado la salida!
-Apártate, muchacho! -dijo Yaxley, empujándome del camino. Tenia el rostro cubierto de sangre, y uno de los brazos estaba dormido o paralizado.
-¿Dónde está Lucius? -le pregunté, alzando la voz para que pueda escucharme.
-No interesa, debemos irnos antes de que lleguen mas! Desmaius!, Locomotor Mortis!. Vamos Snape, no te quedes ahí parado!
Un fuerte estruendo se escuchó, y segundos más tarde Yaxley yacía sobre el piso, muerto quizás.
La desesperación invadió mi mente. Pero no podía dudar en esos momentos, no tenía posibilidades.
Sin remordimiento alguno, atravesé el hall y luego la puerta principal de la mansión. Una vez afuera, me concentré con todas mis fuerzas a pesar del miedo que sentía y desaparecí.







¿A donde iría? No lo sabía. No iba a volver a Grimmauld Place, ni a mi casa, claro estaba. Aunque sinceramente, el lugar no me importaba. Sólo quería alejarme de todo aquello, y decidir qué haría conmigo mismo.

¿Habrá pasado una semana de que abandoné la Mansion de la ministra? Quizás un poco más.
Sinceramente, no me importaba. Nadie estaría buscándome, ni mis padres, ni mis amigos... Quizás los Mortífagos, pero no creo que tuvieran buenas intenciones cuando me vieran.
Luego de escapar de la Mansión, me aparecí en un campo abierto. No sabía donde estaba, no quería saberlo. Pero lo que sí sabía era que hoy mismo me iría de ahí.
No podía seguir en esa condición tan deplorable, como un fugitivo, sin hogar ni comida, sin nada porque vivir! ¿Qué sería de mi en el futuro? ¿Dónde estaba el jóven Severus que quería ser un famoso elaborador de pociones? ¿Dónde estaba el jóven Severus que quería escribir numerosos libros sobre el estudio de las Artes Osucras? ¿Dónde estaba el jóven Severus amigo de Lily Evans?
Había perdido demasiadas cosas, por un capricho quizás, por una tonta obsesión.



Había perdido mucho, pero no todo. Fue lo que pensé antes de aparecerme en la Calle de la Hilandera.

Capitulo 5


Júrame que lo que pasó será nuestro secreto.
                    Sev


No era capaz de poner más que eso.
Dejé la carta dentro del capítulo de "Venenos indetectables" y puse mi libro sobre la mesa. Luego me dirigí a la cocina sin mirar hacia atrás. Cuando llegué, me encontré con Lucius y con Yaxley. Era raro verlos tan temprano.
Lucius estaba ya listo, esperándome con una gran sonrisa.
-Come algo, Severus! Ya estamos por partir.
-No tengro hambre, gracias. Por cierto ¿a dónde vamos, y a qué?
-¿No te lo ha dicho Regulus?- preguntó Yaxley, que estaba de pie revisando un montón de fotografías sobre la mesa que se movían sin cesar.
Miré a Lucius en busca de respuestas. Él estiró su brazo por encima de la mesa y me dió una fotografía, donde una mujer muy anciana me devolvia la mirada amablemente.
-¿Millicent Bagnold?
-Si, la Ministra de Magia. La pobre ilusa nos espera en su casa de Catchpole para tomar el té.
-¿Y se supone que el Señor de las Tinieblas nos ordena eso? ¿Tomar el té con la Ministra de Magia?
-Con esa actitud -dijo Yaxley- vas a quedarte encerrado aquí hasta que terminen las vacaiones, Snape.
-En efecto, estoy encerrado aquí desde que vine. -le contesté.
-Severus, debo explicarle a la Ministra porqué mi casa ardió en mil llamas. No puedo negarme a su invitación, levantaría sospechas. -Explicó Lucius.
-Además, debemos informarnos sobre la situación actual del ministerio. Es simple: vamos a su casa, tomamos el té y tú deberás disimuladamente entrar en su mente ¿Entendido?
Asentí con la cabeza.
-Quítate esos harapos, chico! Debemos causar una buena impresión -Dijo Lucius, luego me apuntó con su varita y exclamó un encantamiento que no identifiqué.
En un instante, me vi vestido con una camisa blanca y un chaleco verde inglés que me ajustaba bastante y me obligaba a adoptar una postura demasiado recta, y una larga túnica negra muy elegante que combinaba perfectamente con toda la ropa que tenía puesta.
-Ahora sí eres digno de estar frente a mi -dijo Lucius bromeando, aunque sabía que habia algo de verdad en esa frase.
Luego se levantó, se puso su capa de viaje al igual que Yaxley (yo hice lo mismo) y me acercó una copa de plata con el escudo de los Black grabado en el frente.
-Usaremos un traslador.
Los tres pusimos un dedo sobre la copa, y desaparecimos al instante.

Yaxley, Lucius y yo aparecimos en medio de un gran campo, bajo los tenues rayos del Sol que recién se asomaban por el horizonte. El tranquilo paisaje era interrumpido por la imponente mansion que se veia a lo lejos de donde estabamos: de unos 3 pisos y cubierta por columnas, la casa de mármol negro brillaba aún en la oscura mañana, y las negras y filosas rejas que la rodeaban se aseguraban de que nada ni nadie pudiera irrumpir allí.
-Esa es -señaló Lucius con la cabeza.
Luego de un largo trayecto, llegamos a la puerta de la mansión. Las rejas se abrieron automáticamente y nos permitieron seguir por un sendero hasta la entrada. Una vez ahí, la puerta se abrió y Millicent Bagnold, la ministra de magia en persona, nos recibió con los brazos abiertos.
-Lucius! He estado esperandote! -exclamó mientras nos invitaba a pasar al hall -y veo que has traído invitados contigo!
-Te presento a Charles McFowl -dijo Lucius señalando a Yaxley - y a su hijo Jonathan.
La señora Bagnold nos estrechó las manos a ambos con unas palabras de bienvenida, y luego todos fuimos a sentarnos en la sala contigua al hall.
La sala le hacia justicia a la mansión completamente. En el centro, dos sillones grandes opuestos nos esperaban. Bugnold se sentó en el medio de uno de ellos, y yo exactamente en frente de ella: necesitaba tener una buena visión si iba a entrar en su mente. Lucius y Yaxley se sentaron a mi lado.
-Cuentame Lucius! ¿Cómo has estado? Me preocupé muchísimo cuando vi la noticia en "El Profeta"!
-Millicent, no hay de qué preocuparse. Los elfos domésticos no son hábiles usando la cocina, siempre lo he dicho...
-Sin embargo, parecía que alguien había utilizado un encantamiento para hacer ese destrozo -Replicó con una dulce sonrisa. Todas las arrugas de su rostro se profundizaron. -¿Estaba la casa sola en el momento del incendio?
-Si. Verás, he estado en Francia con Narcissa, pero tuvimos que regresar de inmediato cuando nos avisaron del desastre. Por cierto, ¿Porqué no le pides a tu elfo que nos sirva el té? El viaje ha sido muy agotador...
Era la señal. Lucius habia pedido el té.
Miré directamente a los ojos a la ministra de magia, pero no espere con lo que allí me iba a encontrar: la misma imagen real, el mismo salón, las mismas personas, pero rodeados de aurores...
-¿Estás bien, Jonathan? -Preguntó inocentemente Yaxley.
Sabía que mi rostro se habia puesto más pálido de lo normal, y que mi respiracion era mas fuerte que el insulso palabrerió que mantenian Lucius y la ministra.
-No -dije, intentando que mi voz no tiemble. -Quiero volver a casa, padre. Ahora mismo -Puse mucho énfasis en esas ultimas dos plabras.
-Pero si recien acaban de llegar! -Exclamó Bagnold.
-Lucius, larguemonos de aquí ya! -Le grité y me paré de un salto.
Pero ya era tarde. No se de dónde ni cómo, pero una docena de aurores nos rodearon en un instante, todos apuntandonos con sus varitas. Incluso la ministra nos apuntaba con la suya.