
Al fin encontré una puerta que daba a los jardines. Tardé mucho en rodear la casay dar con el sendero que me llevaba a la salida. Pero no me importó. La rabia que sentía en ese momento no conocía tiempo ni espacio.
Cuando estuve lo suficientemente lejos de la mansión, intenté calmarme aunque fue en vano. La luna estaba llena por la mitad esa noche, pero no dejaba de ser hermosa. Sequé mis lágrimas, y me desaparecí.
•••
Me aparecí con Regulus, Harper y Rowle en la Casa de los Gritos, atravesamos en túnel y nos separamos dentro de la Sala Común. El siguiente día fue domingo, por lo que la mayoría de los alumnos iban a Hogsmeade o terminaba los deberes para la semana. Como no tenia con quién ir a Hogsmeade, decidí adelantar mis deberes de Herbología.
No me gustaban ni me desagradaban las plantas, pero tenía facilidad con ellas. Tenía que aprenderme las clasificaciones del ministerio de memoria sobre las semillas y las hojas, y lo estaba llevando bastante bien. Pero recordé que el profesor Slughorn me había invitado a tomar algo a su despacho. Slughorn me apreciaba mucho, aún cuando rechazé su intento de incluirme a su Club de las Eminencias. Había insistido tanto para que yo entré, pero odiaba ese tipo de cosas. Aún así, no rechazaba sus invitaciones los domingos por la tarde. Era bastante divertido, pero importante por sobre todas las cosas. Me gustaba hablar con él, era un mago muy sabio. Si se utilizaban las palabras correctas (para alagarlo) soltaba la lengua sin dificultad, y contaba todos los detalles que uno quería saber.
Asi que me vestí y atravesé la pared que separaba la Sala común de Slytherin con el corredor de las mazmorras.
El castillo estaba bastante vacío, hacía un frío agobiante en los corredores. El hecho de que la mayor parte de las mazmorras estuvieran bajo el Lago Negro influía también. Golpeé suavemente la puerta de roble del despacho de Slughorn. La abrió sin preguntar, él sabía que era yo.
-¡Severus, muchacho! Te esperaba más temprano...-me dijo derrochando felicidad, mientras me invitaba a pasar. Slughorn siempre derrochaba felicidad.
-Lo siento, es que me entretuve con los deberes de la profesora Sprout.-contesté y me senté en una de las sillas que rodeaban la mesa redonda de madera.
-No importa, no importa. ¿Quieres té?
-Si, por favor.
Una vez me sirvió, se sentó en otra silla y cortó un enorme pedazo de tarta de melaza para cada uno.
-La verdad, estaba muy ansioso porque vengas aquí hoy. -me dijo en un tono muy suspicaz. -Lo he estado examinándo desde el día en que lo obtuve. -Dicho esto, sacó una pequeá botellita de un bolsillo y la puso sobre la mesa.
Yo la miré, horrorizado. Reconocía a la perfección el líquido rojo intensto que había en su interior, que burbujeaba lentamente: era el Elixir Flagrante. El que había probado con la chica de primero, y luego el que inundó el recinto de la planta baja cuando peleé contra Potter y Black.
-Disuclpe profesor, pero no se de qué...
-¡Oh vamos! No voy a castigarte, jóven Severus. Yo mismo revisé la escena de la pelea, y me volví loco cuando vi un par de gotas de este líquido sobre los vidrios. Por cierto, ¿no surte efecto en ese material, o lo hiciste específicamente para que el vidrio lo resista?- dijo, arrastrándo las palabras.
Me quedé callado unos segundos, mirándolo fijamente.
-Eché los crisópos al final, a propósito. Pero si no los echo, supongo que es capaz de atravesar los vidrios.- le contesté.
Slughorn puso una sonrisa de oreja a oreja.
-Ingenioso, ingenioso en verdad! Aunque se habrán cocinado en el mismo elixir, supongo que debes mantenerlo a temperatura constante...
Pasamos un buen rato hablando sobre pociones, como siempre. Cuando el reloj dió las siete, me levanté para retirarme diciéndole que debía terminar mis deberes para mañana. No era del todo cierto, pero ya quería irme. Slughorn me acompañó hasta la puerta, pero antes de abrirla me djio:
-¿Sabes, Severus? El viernes por la noche voy a celebrar una pequeña reunión y sólo he invitado a un selecto grupo de personas dentro del castillo. Aunque también vendrán algunas personalidades a las que yo enseñé aquí adentro...
-Me alegro, señor. -le dije, y abrí la puerta yo mismo. Él salió al corredor y me siguió hablando.
-Quiero que sepas que estás invitado, Severus! Espero verte aquí el viernes por la noche. Adios! -y se volvió a meter.
Me causaba tanta gracia que piense que iba a aparecerme por ahí. Odiaba ese tipo de reuniones, Slughorn siempre me invitaba pero me parecían un acto tan superficial, donde gente que ni siquiera se conoce busca contactos profesionales, y Slughorn se rodea de sus viejos alumnos que hoy en día son alguien "gracias a él". No gracias, prefería meter el brazo dentro de una tentácula venenosa.