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Crear hechizos era como domesticar un animal. Primero había que elegirle un nombre, y luego usarlo varias veces hasta que entienda que ese nombre le es propio, y que a determinados estímulos debe reaccionar. Por preferencía, debe usarse latín, el lenguaje antiguo de los magos.
Tomé mi varita con la mano izquiera mientras anotaba con la mano derecha en mi libro de pociones. El muy pobre estaba tan gastado que nadie notaría mis palabras sobre las hojas.
Cambié la varita de mano, y apunté a las cortinas de mi cama.
"Córtate, córtate" pensaba. La cortina apenas se movió. Pero no bajé mi varita. "Hazte daño, cortate" y zaz! Un tajo apareció. Pequeño, pero era un resultado al fin.
-Le falta algo- me dije para mi mismo.
Maximus. Del latín, "máximo". Dissiedo, "separar". Deleo, "destruir". Sempra, "por siempre"
Sí, el último me gusto. Sectumsempra, "tener una buena cortada por siempre". Apunté a la cortina y exclamé "Sectumsempra!". No paso nada, era muy pronto. Pero con algo de práctica lo dominaría.
Tampoco pretendía rasgar en mil pedazos esa cortina. Seguro era carísima.
Había llegado hace unos días a la mansión. Narcisa me reibió con mucho gusto, yo le caía bien. Lucius estaba en Francia, no se que andaba haciendo por allí. Por lo que en la casa eramos Narcissa y yo... y sus seis elfos domésticos.
De todos modos, esa mansión era un desfile de gente desconocida para mi. Era el punto de reunión de los Mortífagos, por lo que todos los días muchos se pasaban a traer información, a planear algo o incluso había llegado a ver algún que otro mago traido a la fuerza. Tampoco preguntaba sobre los movimientos de la casa. Sólo hablaba con Narcissa cuando desayunábamos en el imponente salón de la planta baja. Luego, no la veía en todo el día. Yo almorzaba y cenaba solo, muchas veces en mi habitación porque ni siquiera salía de allí. Tenía todas las comodidades que necesitaba ahí: una cama enorme, ropa, y una ventana que daba a un balcón, desde donde tenía una excelente vista de los terrenos de la mansión. Pasaba la mayor parte del tiempo inventando hechizos, cambiando las recetas de "Elaboración de Pociones Avanzadas" o paseando por el jardín, alimentando a los pavos reales que lo adornaban.
Fue a la semana cuando Narcissa me anunció que esa noche, su hemana Bellatrix y su marido Rodolphus vendrían a cenar a la mansión para celebrar la llegada de Lucius.
Me tomé mi tiempo para vestirme, ya que la ropa que debía usar para esa "ocasión especial" no me convencía del todo. Demasiado elegante para mi gusto (no acostumbraba a usar camisas ni chalecos, ni muchos menos corbatas) Una vez abajo, irrumpí el comedor con el máximo silencio posible.
La mesa derrochaba comida, decenas de bandejas de plata que destellaban a la luz de las velas. Lucius estaba sentado en la punta, acopañado a su izquierda por Narcissa. A su derecha, estaba Rodolphus, quien tenia a Bellatrix sentada a su lado. Caminé timidamente hacia el asiento libre que estaba a la izquierda de Narcissa, y me senté.
-¿Cómo decias, Lucius?- preguntó Rodolphus.
-No tuve mucho éxito, la verdad. -respondió este, mientras levantaba su copa de vino. -Francia no tiene muy buenos antecedentes con respecto a las revoluciones. Por el 1700, los muggles le cortaron la cabeza a su reina de entonces. ¡Qué salvajes! Y la Ministra pretende tolerancia...
-El Señor de las Tinieblas no estará feliz de eso... -comentó Bellatrix. -Es una pena que hayas fracasado, quizás debería ir yo a convencerlos. -agregó con una sonrisa macabra.
-No creo que sea necesario. -dijo Narcisa con una sonrisa -Lucius es muy capaz. Es sólo que...
-Es sólo que no podemos pretender que apoyen nuestra causa desde otro país, cuando aquí somos tan pocos. -dijo Lucius, en un tono cortante.
Bellatrix lo miró muy sorprendida.
-¿Y por ser pocos nos consideras... débiles?- preguntó
-No estoy diciendo eso.
-Pero lo insinuas, ¿cierto, Lucius?
-No está tan equivocado. -dije, mientras me servía una porción de tarta.
Los cuatro posaron sus ojos sobre mi. Bellatrix fue la primera en hablar.
-¿Qué dices?
-Seamos realistas, somos una oposición. No seremos bien aceptados por la mayoría de la sociedad, no por lo menos al principio. -le respondí tranquilamente
-¿Oposición? No lo creo. Creo que los amantes de los muggles son la oposición. -dijo Rodolphus.
-Y aún asi, están en la cúspide del poder, ¿no es asi? -le dije seriamente.
Bellatrix estuvo a punto de responderme, pero Lucius nos interrumpió.
-Espero la presencia del Señor de las Tinieblas mañana por la noche, querrá saber de mi viaje.
Bella me miró unos segundos más, y luego le respondió.
-Avisaré a los demás entonces.
-¡Estupendo! -dijo Narcisa con una radiante sonrisa.
El resto de la cena fue pura charla. Yo no metí comentario alguno, bastante había dicho ya. Por lo que cuando terminaron de cenar y se levantaron para ir a tomar el té a otro salón, subí a mi habitación.
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