Pasaron un par de semanas cuando los aurores dejaron de venir al Colegio. Habían buscado al chico con las descripciones que la Ministra les había dado, pero no lo encontraron. Entonces dejé de tomar la poción y de hechizar a Victor para que no salga del armario. Los profesores que me preguntaron dónde había estado, habían recibido una respuesta más que creíble. Mi abuela estaba muriendo, quería visitarla antes de que... bueno, de que termine de morir. Vivia lejos, muy pero muy lejos.
Yo ni siquiera conocía a mis abuelos. Quizás estaban vivos, quizás no. Lo importante fue que se tragaron todo eso.
Octubre, noviembre y diciembre no fueron para nada interesantes. Monotonía pura; Severus no se habla con nadie, Lily y Lessie lo buscan, Severus evita a las dos. Potter ya no quería pelear cuando me veía, al parecer estaba intentando cambiar. Y funcionó bastante bien. A fines de noviembre, comenzó a salir con Lily. Habían nacido para estar juntos, eran la pareja preferida de todo Hogwarts. Hasta Dumbledore les esbozaba una sonrisa cuando los cruzaba juntos en algún pasillo.
¿Alguna vez sintieron esa sensación ácida en su garganta, tanto que les da ganas de cortarse el cuello? Bien, eso multiplicado por diez era lo que yo sentía cuando los veía juntos. Él seguía siendo un egreído, un idiota, quería llevarse el mundo por delante. Y Lily no veía eso, a pesar de mis miles de advertencias, prefirió comprobarlo por ella misma. De acuerdo, hazlo. Pero luego no vuelvas a mi llorando cuando te arrepientas.
Me dolía evitarla todo el tiempo, pero no quería escuchar palabra alguna de ella, me hacía muy mal. Se pondría loca cuando se enterara de todo lo que había hecho en mis vacaciones. Pero luego yo saltaría con alguna excusa lo suficientemente elaborada para hacer que me perdone, y por un corto tiempo seríamos buenos amigos otra vez. Pero no quería hacerle eso ahora, ya no.
En cuanto a Lessie... no tenía nada contra ella, pero lo que pasó en casa de los Black... bueno, no me agradaba del todo. No me arrepentía, todo lo contrario. Pero las chicas siempre interpretan mal las cosas. Que compartas una noche con alguna no significa que debas casarte inmediatamente. Y com ono tenía ningún interés por casarme con Lessie, decidí evitarla.
Todo era un mundo, y cada uno era principe de un terrotorio. Lily, James, Lessie... Estabamos en guerra, sin armas quizás. Pero hay cosas que dañan mas que las armas, todos lo sabemos. Las alianzas, las traiciones...
Fue una traición lo que intensificó todo. Fue la traición lo que me marcó aún más mi decisión, mi camino. Lo que paso la última noche de diciembre terminó de convencerme.
Faltaban diez días para mis diecisiete años. Al fin alcanzaría la mayoría de edad.
Estaba probando mi Elixir Flagrante (que yo mismo inventé) en una chica de primero de Slytherin, pero tuve que llevarla a una de las mazmorras porque no dejaba de escupir fuego.
Fue entonces cuando escuché pasos en el pasillo.
Rápidamente, empuñé mi varita. No sería nada agradable que algún profesor me encuentre en una de las mazmorras experimentando con una almuna de primero.
El rudio de los pasos desapareció, y fue reemplazado por un leve arañazo.
-Lumos!- Exclamé, mientras asomaba mi cabeza por la puerta.
Era sólo una rata. Aliviado, le di la espalda y volví al interior de la habitación. Mejor seguiría mañana con todo esto.
-¿Snape, eres tu?-
Volví a girar, con la varita en alto.
La última perosna a la que esperaba ver. Pettigrew, con esa cara de idiota que siempre ponía cuando se sentía intimidado por alguien (casi todo el tiempo practicamente) me devolvía la mriada en la oscuridad.
-¿Qué diablos haces tu aquí? ¿Te envió Potter, verdad?- Esas palabras salieron de mi boca automáticamente.
Un fogonazo de luz a mis espaldas llamó mi atención. La chica de primero seguía escupiendo fuego.
-No, no! He venido por mi cuenta! Por favor, baja tu varita!- me rogó Pettigrew. Obviamente no le hize caso.
-¿A qué has venido?- Le pregunté violentamente.
- Yo... sólo quiero... eh...
Otro fogonazo a mis espaldas.
-Termina de una vez!- Le dije a la chica, pero Pettigrew también recibió mi consejo.
-Necesito hablar contigo, Snape! Necesito tu ayuda!- Dijo Pettigrew entre sollozos.
-¿Mi ayuda? ¿Y qué te hace pensar que puedes pedirmela?
Pettigrew se quedó en silencio. Miraba mi varita con miedo, que lo apuntaba sin vacilar. A mis espaldas, un nuevo fogonazo salió de la boca de la chica.
-¡YA BASTA!- Me di vuelta y dije -¡IMPERIO!
No era la primera vez que utilizaba un maleficio imperdonable. El cosquilleo avanzó por mi mano derecha, y sentí el total control sobre la chica. "Deja de escupir fuego" pensé, e inmediatamente noté que habia surtido efecto. La chica de primero se quedó inmóvil, con la boca cerrada, mirando al vacío.
Volví mi vista hacia Pettigrew.
-Escúchame, imbécil: será mejor que no le cuentes a nadie lo que acabas de ver, o te la tendrás que ver conmigo, entendido?
-No diré nada, lo juro! Pero...
-Y ahora vas a apartar tu feo rostro de aquí. No quiero verte más por estas mazmorras.
Pettigrew estaba bañado en sudor.
-Snape, por favor! Necesito tu ayuda!- exclamó. Estaba desesperado, me di cuenta. Medité por unos segundo y dije:
-¿Que quieres de mi?
Pettigrew miró hacia el suelo, como si estuviera avergonzado de lo que iba a decir.
-Quiero unirme a... quiero unirme a los Mortifagos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario