
Bajé a la sala común, donde había varios estudiantes haciendo la tarea o charlando, y me senté en uno de los cómodos sillones verdes junto a la ventana. Tomé "Elaboración de Pociones Avanzadas" y comencé a ojearlo y a cambiar un par de recetas.
-Tendrías que haberle roto la cara, Severus.
Levanté la vista de mi libro para ver quien me hablaba, pero luego la volví a bajar.
-No voy a resolver tus disputas familiares, Regulus. El día que le rompa la cara a tu hermano, será por que yo lo desee.
Regulus estaba en sexto, pero él (como toda su familia, excepto su hermano) compartían los ideales del Señor de las Tinieblas.
-Como sea. -dijo el chico. -La semana entrante, Slytherin juega contra Gryffindor, y gracias a ti Potter no podrá jugar.
-¿Porqué estás tan seguro de que Potter esta en la enfermería por mi culpa?
Regulus rompió en carcajadas. Lo miré fríamente hasta que paró, y dijo:
-Esta bien, no te enojes! Estoy aquí por otro motivo. ¿Has pensado en hacer algo mañana?- me preguntó con una ancha sonrisa.
Repetí la mirada fría, sin dirijirle palabra alguna.
-Al parecer no... Bueno, por si te interesa, los chicos y yo iremos a la Mansión de Lucius por la noche, pero no sabemos como escaparnos del castillo, y como mañana tendrás la mayoría de edad y podrás hacer magia fuera de....
Por tercera vez, mis ojos taladraron sus palabras.
-¿Sabes qué? Mejor le pido ayuda a Harper.
Se alejó rápidamente, murmurando por lo bajo.
Cerré el libro y me quedé mirando a través de la ventana.
Me había prometido a mi mismo que terminaría el colegio cuando por mi cabeza había pasado la loca idea de alcanzar los 17 e irme del castillo, alejarme de todo al menos por un tiempo.
Pero no podía ahora, el Señor de las Tinieblas tendría el poder dentro de poco y debido a mi condición de sangre, no podía darme el lujo de estar en el bando equivocado.
¿Tan mal estaba lo que hacía?
Caminos separados. Eso había dicho ella, y no se equivocaba. Lily siempre tenía razón.
El reloj dió las doce. La sala común estaba vacía.
Cerré mi libro, lo tomé, y me dirijí a la enfermería, en busca de Lily Evans, con mis diecisiete años recién cumplidos.
•••
-¿Vas a ordenar algo o qué?
-Ahora no. Estoy esperando a alguien.
La camarera me miro poco convencida y siguió limpiando las mesas. Increíblemente, Las Tres Escobas estaba vacío, a excepción de unos magos que estaban en la barra tomando whisky de fuego y unos alumnos de cuarto que estaban bastante apartados de donde estaba yo.
Odiaba la impuntualidad, y Lily lo sabía. De hecho, ella también; rara vez llegaba tarde a algún lado. Sabía que vendría, fue muy segura cuando me lo dijo ayer...
- Creo que dejaste todo bastante claro ayer, asi que no me interesa nada de lo que...
-Lily, ayer ambos nos dijimos cosas para nada agradables. Y me arrepiento de haberlo hecho.
-Demasiado tarde, Severus. ¿Pretendes que siga cayendo en tus excusas? ¿En tus vacías justificaciones?
-No! Nada de eso! Pero por favor, no seas asi conmigo! Debes entenderme, no estoy del todo... bien últimamente.
-Claro, porque yo nunca te enumeré cuáles eran aquellas cosas que te hacían mal... ¿Quieres que te refresque la memoria? -dijo con sarcasmo.
-Mira, no vine hasta aquí a pelear. -Estaba muy calmado. Aunque no estaba siendo del todo sincero. -Sólo quería invitarte mañana a Las Tres Escobas, para que podamos charlas y eso.
Ella me miró friamente.
-Mañana es tu cumpleaños. -dijo en un tono seco.
-Exacto! Es decir, es hoy pero...
Ella miró su reloj, pero su expresión no había cambiado en lo absoluto.
-Feliz cumpleaños, entonces. Te veré mañana en Las Tres Escobas, ¿esta bien?
-Mas que bien...
El reloj daba las tres y media. Cinco minutos más y me iría.
De pronto, la puerta se abrió y una ráfaga de viento entró por ella. Lily cerró la puerta, y se sentó en mi mesa.
-Lo siento, vine lo más rápido que pude.
Sus ojos estaban rojos. Había estado llorando, lo notaba en su cara.
-¿Estás bien?
- Si claro, sólo un tanto... decepcionada. Eso es todo, no importa.
-¿Qué hice ahora?!
-Esta vez no es tuya la culpa -dijo y se le escapó una risa. -Sino de... la gente en general.
-Sabes que puedes confiar en mi...
-Sinceramente no sé en quién confiar, me siento una idiota. -dijo nerviosamente. - Defiendo lo que tengo, lo que logré, para perder todo por un estúpido capricho. Porque es tan egoísta? Quiere hacer las cosas solo, sin ayuda
Las lágrimas brotaban lentamente de sus ojos. No me miraba a mi, tenía la vista fija en la ventana.
Tomé su mano, y me acerqué más a ella. No estaba seguro de lo que iba a decir pero...
-Eres demasiado para él. Para él y para cualqueira que no sepa valorarte.
Entonces me miró a los ojos. Podía leer su mente, estaba cansada. Confundida y cansada. Tenia dudas sobre si misma, tenia miedo. Podía verlo...
"-No quiero hacerlo Lily, pero no puedo permitirte que...
-James después de todo este tiempo ¿Te parece que no puedo tomar decisiones por mí misma? No me trates como a una infante
-Si llegara a pasarte algo, la culpa la tendré yo...
-¿Que se supone que significa eso?
-La Orden no es algo para ti, ya te lo he explicado..."
Me acerqué aún mas a su rostro, y la mano que tenia libre la posé sobre su cara.
-Nunca había conocido una chica como tú, tan independiente, tan... honesta. Tú no mereces que te traten como una idiota.
Las palabras eran exactas, indicadas, casi perfectas. Ella entrecerró los ojos, y bajó su cabeza. Allí estaba, Lily había bajado la guardia. Deslicé mi mano hacia su barbilla haciendo que sus ojos se encontraran con los míos con un movimiento.
Avancé sin vacilar hasta quedar a menos de un centímetro de ella.
Y nos besamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario