Tenía tanto miedo como nunca lo había tenido. Pero era ese miedo poco común, ese miedo que uno siente cuando está cerca de algo que admira y que teme arruinarlo. No temía morir; había perdido el miedo a la muerte hacia mucho. Temía fracasar, me aterraba. Entré a la habitación donde el Señor de las Tinieblas me esperaba de pie, lo que me sorprendió. El lugar estaba iluminado por un candelabro enorme que colgaba del techo, y aunque daba una luz muy tenue pude ver que la sala estaba vacía, a excpeción del mago encapuchado que me daba la espalda y yo.
El Señor de las Tinieblas se dio vuelta, y de cara a mi, se quitó la capucha. Su rostro expuesto volvió a causarme impresión, sorpresa. Pero aún asi, inspiraba atracción, era hipnotizante verlo. No era mas alto que yo, pero parecía inmenso a mi lado.
-Dime ¿qué has escuchado, Severus?
Dudaba que recordara mi nombre, quizás lo había adivinado, o había leído mi mente tan rápidamente que no me había dado cuenta. Sus brillantes ojos estaban llenos de codicia e intriga, pero aún asi me miraban con altura, con paciencia incluso. Era tan admirable...
-Mi Señor, no pude evitarlo... hace una hora aproximadamente encontré a... Trelawney. A Sybill, la última de la familia. -Tenía la garganta seca, pero aún asi continué. -Y esuché... escuché que hablaba en una voz extraña. Estoy seguro de que...
-De que hizo una profecía. -terminó la frase. -Y no te equivocas, muchacho.
De no haber estado ahí, de no haber estado viendo con quien hablaba, jamás podría haber pensado que el Señor de las Tinieblas había utilizado un tono tan... ¿amable? Como sea, eso me relajó mucho, pero mi cuerpo tembló ligeramente cuando puso su pálida mano sobre mi hombro por unos segundos.
-Ahora necesito que me digas, necesito que recuerdes exactamente lo que has escuchado.
Mis labios temblaban ligeramente, estremeciéndose al escuchar su fría voz.
-Era una profecía... hablaba de un niño, nacido a fines de Julio, cuyos padres... cuyos padres lo hayan enfrentado tres veces, mi Señor.
-Continúa -me dijo imperativamente.
-Trelawney dijo... dijo que este niño va a... destruirlo.
De pronto, una fuerza invisible me empujó en el pecho y me pegó a la pared, donde me mantuve inmóvil. El Señor de las Tinieblas lanzó un gritó desgarrador, lleno de ira, mientras blandía su varita y rasgaba la seda dorada que cubría las paredes, descargando su odio. Luego, posó sus rojos ojos en mi rostro y con la respiración agitada, me dijo:
-Tendré que matarte, ¿sabes? Te has enterado de algo que no debías. Y no me queda otra alternativa.
-No... -susurré. -No fue mi intención, creame. Yo sólo quiero servir a su...
-¿Y si hubiera sido tu itnención escuchar eso? ¿Merecerías morir entonces?
-Si, mi Señor. Cualquier traición hacia usted debe castigarse con la muerte, incluso si yo lo hiciera...
La magia que me tenia pegado a la pared dejó de funcionar, y el Señor de las tinieblas me dió la espalda mientras volvía a encapucharse.
-No temes a la muerte, eso es admirable. -me dijo. -Y has sido más útil que cualquier otro. Lord Voldemort sabe reconocer, sabe premiar la lealtad. Y mi recompensa para ti será perdonarte la vida. Si no te maté hoy, Severus, es porque veo mucho futuro en ti a mi lado.
-Gracias, mi Señor, muchas gracias...
-Y ahora retirate, vete de aquí. No obedecerás órdenes de nadie más a partir de ahora, sólo las que salgan de mi boca en forma directa. Formarás parte de la corte más allegada a mi, y espero que tu desempeño siga siendo el mismo, incluso más.-dijo, poniéndo énfasis en la última palabra.
-No lo decepcionare, mi lord. -Y dicho eso, cruzé la puerta y salí de la habitación, totalmente fascinado, eufórico.
Comenzé a recorrer el pasillo del primer rellano de la mansión, sin rumbo alguno. El suelo alfombrado amortiguaba mis pasos, y los cuadros que adornaban las paredes me miraban con recelo al pasar por delante de ellos. En medio de la oscuridad, sentí como alguien tomaba mi mano por detrás y me obligaba a darme vuelta.
Sin verla la reconocí. Recordaba perfectamente sus labios, que me habían besado tan fervientemente en las mazmorras del castillo, y que ahora volvían a hacerlo en la Mansión. Lessie me besó con tanta pasión que sentí todo lo que ella sintió, todo lo que sufrió por culpa de mi auscencia estos dos últimos años.
lunes, 22 de marzo de 2010
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