-¿Qué has hecho?
-Lo que me dijiste... Ninguno quiso hablar asi que...
Avanzé unos pasos hacia el cuerpo sin vida de mi padre. El pobre yacía en el suelo, con las manos atadas detrás de su espalda. Me arodillé a su lado y estiré los dedos para tocarlo, pero no pude hacerlo. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, haciédome sentir el dolor que me causaba verlo, haciéndome recordar que estaba vivo. Me corrí el pelo de la cara y me levanté, todavía en estado de shock.
-Lárguense de aquí, y llévense los cuerpos. -les dije. Los mortífagos actuaron inmediatamente. Aunque no habían comprendido lo que estaba sucediendo, no se atrevieron a retirar el cuerpo de Tobias que yacía al lado mio. Una vez que se fueron, el silencio me acompaño en mi duelo. El lugar seguía a oscuras, sólo se colaba un poco de luz por debajo de la puerta de calle, suficiente para ver al cadáver de mi progenitor.
-Nunca fuiste un buen padre, ¿sabías?- dije, mientras tomaba a mi padre por el brazo y lo arrastraba al fondo de la habitación. -Pero entiendo lo que hiciste. Entiendo cada una de tus acciones. Fuiste un cobarde. -y apoyé el cuerpo contra la pared. -Y te agradezco por ello. Agradezco nunca llegar a ser la mtiad de hombre que tu fuiste. Jamás. -apunté con mi varita al piso de madera y murmuré "defodio!". El piso se resquebrajó, y un hueco se formó en la tierra, suficientemente grande para meter a mi padre allí adentro.
-Mobilicorpus! -exclamé, y vi entre la oscuridad como el cuerpo se elevaba lentamente y se caía, haciendo un ruido sordo, en el hueco de tierra. Una vez que cerré el agujero con magia, salí de esa casa, ahora el cementerio donde mi padre descansaría por siempre.
El número Doce de Grimmauld Place era lo más cercano que teníamos a un cuartel general. Lo que una vez fue la mansión de los Malfoy, hoy era la casa de Bellatrix, la nueva favorita del Señor de las Tinieblas. La conocía de memoria, había estado allí un tiempo cuando era jóven.
Luego de la visita que le hicimos a esos muggles, me aparecí en Grimmauld Place en busca de información. Quería encontrar a Trelawney y terminar con todo esto. No sabía el porqué, sólo quería que todo acabe de una vez. Además, me intrigaba todo esto de los videntes. Confiaba en el Señor de las Tinieblas, es decir... no en él, sino en que no era ningún idiota, él sabía lo que hacía, y sentía pena por aquellos que lo cuestionaban.
La casa de los Black estaba vacía, a excepción de Rabastan, el hermano menor del marido de Bella. No me parecía una persona muy interesante que digamos, por lo que respondí vagamente a las escasas preguntas que me hizo. Cuando llegaron Bellatrix y Rodolphus eran las cinco, por lo que Bella se dispuso a llamar al elfo doméstico, Kreacher, para que sirva el té.
-¿Dónde se ha metido?
-Si no responde a tu llamado, es porque no está en la casa. -sugirió Rodolphus.-¿Lo has visto salir?-le preguntó Bella a Rabastan.
-Estoy aquí desde anoche. El elfo nos sirvió la cena a Regulus y a mi, luego fui a dormir y desde esta mañana que no he visto a ninguno de los dos.
-¿Y quién se cree que es para dejar mi casa sin sirvientes?
-Calmate, querida. -dijo Rodolphus, mientras tomaba su mano y la palpaba suavemente. -Llamaré a Clancy, prepara un té exquisito. ¡Clancy, ven aquí!
Un elfo doméstico se apareció en medio de la cocina. Era muy jóven, pero aún asi las marcas del maltrato que recibía a diario en la mansion Lestrange lo avejentaban de un modo extraordinario. El elfo se puso a preparar el té de inmediato, mientras yo contemplaba la escena. No estaba horrorizado, sólo me preguntaba porqué estaba rodeado de gente tan idiota. Pero Rodolphus y Bellatrix eran un matrimonio tan perfecto e inmaculado que necesitaban traer un elfo para que les sirva el té.
-Necesito hablar con alguien del Ministerio, el Señor de las Tinieblas me ordeno buscar a alguien que se ha escondido muy bien. -Dije, mientras llevaba la taza a mis labios.
-¿A ti también te han rebajado a buscar videntes?- preguntó Bellatrix entre carcajadas. Tras omitir su pregunta olímpicamente, me dirijí a Rodolphus.
-Es alguien que sigue en Inglaterra, dudo que haya salido del país. A estas alturas es probable que la Orden del Fénix sepa que la estoy buscando.
-Deberías hablar con Bartemius Crouch Jr. Nuestra última gran adición.
-¿El hijo de...?
-Asi es, el hijo de Basrty Crouch. El chico ha salido recién del colegio y su latente sentimiento de revelión adolescente lo llevó a nosotros. ¡Qué ironía!
En ese momento, la puerta de la calle se abrió y cerró estrepitosamente, y segundos más tarde Narcisa abrió la puerta de la cocina, con su capa de viaje puesta, y más palida de lo normal.
-¿Cissy, que ha pasado? -preguntó Bella al verla, poniéndose de pie.
-Regulus -dijo en un susurro. -Lo han asesinado.
miércoles, 10 de marzo de 2010
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