Ya habían terminado de cenar, aunque nadie lo había hecho con gusto. Era un milagro que hayan asistido todos a la reunión, pero era necesario, según decían las cartas que enviaron esa tarde.
-¿Y tu, Sirius, nunca has pensado en casarte?- le preguntó Frank, aunque ya conocía la respuesta.
-¿Casarse?-repitió James entre risas. -Vas a ofenderlo, Frank! Sirius sólo podría casarse con él mismo!
Alice, quien charlaba seriamente con Remus, se percató de que alguien llamaba a la puerta. Se levantó rápidamente y fue a ver quién era.
-Siempre me pregunté porqué los Longbottom no tienen elfo doméstico. -preguntó retóricamente Marleene, mientras ayudaba a Lily a levantar los platos de la mesa.
-No los necesitamos, querida. -le respondíó Augusta, la madre de Frank. -Los Longbottom no apoyamos la esclavitud en ninguna de sus formas. Es por eso que hemos perdido prestigio en la comunidad, pero no dignidad.
Todos rieron dichas estas palabras, e inmediatamente se pusieron de pie cuando vieron regresas a Alice con Dumbledore.
-Esta bien, esta bien, no es necesario. -agradeció Dumbledore, mientras le daba su capa de viaje a Alice y ocupaba una de las sillas. -Por cierto, ¿dónde están los Prewett?
-Fabian y Gideon están en Estados Unidos. Estan convencidos de que los magos americanos se uniran a nuestra causa. -respondió Molly, quien tenía su cabeza apoyada en el hombro de su reciente marido.
-Brindo por ellos, entonces. -dijo Dumbledore, y alzó su copa. Todos lo imitaron, y unos segundos mas tarde, James se puso de pie.
-Bueno, el hecho es que... los hemos hecho venir aqui porque hay algo que queremos comunicarles. -Comenzó a decir, mientras se revolvía el pelo. Esa costumbre de la que no había podido despegarse. Lily se paró junto a él al notar sus fervientes nervios y lo tomó de la mano. Él la miró a los ojos, se armó de valor, y anunció.
-Lily y yo vamos a casarnos.
•••
•••
Una vez más, tomó la pluma y la tinta. Escribio una línea solamente, amando cada palabra que dejaba grabada. Sólo necesitaba saber... tan solo quería saber... Enrolló el pergamino y lo ató a la pata de su lechuza. Esta vez no la vió alejarse y perdese en la noche, no. Esa noche se dejó caer en su cama, y se hundió en sus pensamientos, en sus peores suposiciones. ¿Y si había muerto? Ella moriría. ¿Y si había olvidado? Lo haría recordar. ¿Si su corazón le pertenecía a otra mujer? Pobre muchacha, sufriría tanto en sus manos! Ya una había sufrido, y había entendido el mensaje. Ahora estaba quién sabe dónde, de la mano del hombre de su vida. Lily Evans. El nombre, sólo el nombre, la llenaba de rabía, de locura. Cerró sus ojos, pensando en su príncipe y abrazando fuertemene el ejemplar de "Elaboración de pociones avanzadas" que alguna vez perteneció a Severus Snape.
No hay comentarios:
Publicar un comentario